REDACCIÓN

A través de la literatura puedes plantear en la gente ideas de lo que está pensando otra persona, puedes recrear pensamientos, un tránsito muy vivencial en primera persona, aseguró el escritor Alfredo Ruiz Islas.

Entrevistado a propósito de su libro titulado “El viaje a la nada”, el autor comentó que la literatura además de brindar la capacidad de plantear ideas, es un medio por el cual puedes recurrir para poder expresarlas.

Aparte de dedicarse a la enseñanza y la divulgación de la historia, Ruiz Islas llevará a la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (Filij), el próximo 10 de noviembre, esta novela que cuenta de manera paralela dos momentos de la vida del niño Olván; cuando se encuentra en la oficina de migración, pendiente para deportación, y cuando su padre abandona el caserío en busca del “sueño americano”.

La obra, a decir del autor, exhibe la dureza que los migrantes tienen que sufrir cuando, en busca de un sueño, deciden cruzar a pie o en “La Bestia”, dos países pequeños y uno inmenso para llegar a su destino.

“El libro lo que trata es poner un problema frente a la gente, enfocándose en los niños, que es al público al que va dirigido, y trata de plantear la situación de los migrantes desde el enfoque de un niño en esta condición, que son los que menos vemos, los que se nos pasan por alto.

“Es una historia de un chico Garifona (pueblo situado en la costa norte de Honduras), que sale de Honduras, pero obligado por toda una serie de circunstancias, entre ellas buscar a su padre, además por la serie de problemas que hay en su país, la cuestión de ‘Los Maras’”, dijo.

Cuenta que su obra no tiene nada que ver con las caravanas de migrantes centroamericanos que en estos momentos se encuentran en México con el propósito de llegar a Estados Unidos y conseguir el famoso “american dream”.

“El libro se escribió hace dos años cuando empezó a magnificarse en las noticias la situación de los niños que se quedaban varados en la frontera, que llegaban en busca de sus padres y trataban de pasar, y ahí fue cuando dije esto es algo de lo que debo escribir.

“El personaje aquí es Olván’, quien además es un niño mudo y eso genera otra serie de problemas, pero se trata de algo simbólico, porque cuando el migrante sale pierde el habla, la capacidad de expresarse y decir quién es. Y eso los niños lo experimentan con mayor frecuencia”, indicó.

El texto editado por Norma versa que después de mucho pensarlo, uno de los últimos hombres que queda, “Pedro”, decide irse con un contingente de migrantes. “Clarissa”, su esposa, se queda en el caserío a cuidar de sus cinco hijos.

Los días transcurrían en el caserío de los garífunas sin que hubiera noticias de “Pedro”; “Clarissa” iba todos los días a Tela a lavar platos en un restaurante y Olván, el hijo mayor de ocho años, optó por la pesca en el muelle, a ver qué salía.

Un día, un par de tipos llegan al caserío y choza por choza van secuestrando niños y adolescentes; “Olván” se salva porque lo ven pequeño aún, pero le dejan saber que en unos cuantos meses regresarán por más, incluyéndolo a él.

“Clarissa” decide enviar a “Olván” con “Maynor”, un vecino que tomará la siguiente caravana de migrantes para salir de su país: Honduras; y es aquí donde empieza el recorrido de este niño, cuyo objetivo es encontrar a su papá y trabajar para mandarle dinero a su mamá y hermanos.