MADRID CELEBRA SER LA CAPITAL GAY DEL MUNDO

Esta ciudad celebró este fin de semana su condición de capital gay. Dos millones de personas, según organizadores, la recorrieron, en una reivindicación festiva de la diversidad sexual y el derecho a ser diferente en todos los rincones del planeta.

Música electrónica, cánticos contra la homofobia, pelucas, zapatos de plataforma, pobladas barbas, abanicos y sombrillas contra el sol. Todos los símbolos de la comunidad lésbico, gay, transexual, bisexual e intersexual (LGTBI) se reunieron en una manifestación apabullante que superó a la del Orgullo Gay madrileño de 2016, que contó con unos 1.2 millones de asistentes, y la anterior World Pride de Toronto, en 2014, con alrededor de 12 mil participantes. Por primera vez una sola ciudad era sede de la World Pride y la Euro Pride, las celebraciones mundial y europea del respeto sexual.

Una semana de celebraciones culminó con la lectura de un manifiesto en la plaza de Colón donde la protagonista fue la alcaldesa, Manuela Carmena, una juez de 73 años que se ha convertido en la embajadora de la apuesta madrileña por la diversidad.

La cabalgata la compusieron 52 carrozas de instituciones, partidos, sindicatos, multinacionales tecnológicas como Google, eBay y Netflix y discotecas gays. Las medidas de seguridad no eran visibles, pero recorrían la trastienda de un evento amenazado por la ola de yihadismo en Europa: cada persona con acceso a las carrozas debía identificarse, el recorrido estaba vallado, no podían circular vehículos por los alrededores… Todo coordinado por un refuerzo de 4 mil policías y las medidas correspondientes al nivel 4 de alerta terrorista.

En la cabalgata no hubo sólo drag queens, purpurina y fornidos hombres de cuero. El presidente estadounidense Donald Trump —criticado por romper la tradición de reconocer oficialmente junio como el mes del Orgullo LGTBI— también tuvo su lugar, con un grupo que portaba máscara con su rostro y la pancarta “Ok, gay”.

Políticos de todo el arco ideológico español igualmente colgaron sus trajes para marchar tras pancartas que defendían los derechos sexuales de las minorías. También desfilaron colectivos de cristianos homosexuales, y hasta una asociación de policías LGTBI dispuestos a hacer olvidar los días en que las fuerzas de seguridad perseguían homosexuales. Para estos años tuvo un recuerdo la activista transexual Carla Antonelli: “Pasamos de una España en blanco y negro a este Madrid de colores y respeto. Emociona pensarlo”.

Pancartas como “Por un mundo sin violencia contra lo comunidad LGTB” o “La represión sí es perversión” se mezclaban con banderas de todo tipo: la mexicana, la canadiense, la arcoíris o la de los 70 países que siguen persiguiendo la homosexualidad.

La ciudad llevaba preparándose para el evento desde que en 2008 le fue concedida la distinción de capital mundial. El impacto económico de la fiesta es importante. Se esperan 300 millones de euros por el turismo. Uno de los visitantes era Flavio Florencio. Nacido en Argentina, trabaja desde hace 15 años en México como director de cine centrado en temas de diversidad sexual.

“Hay una corriente en el propio mundo homosexual que rechaza las parade porque dicen que van todos disfrazados, pero a mí me interesan por los símbolos que generan. Nuestras reivindicaciones no tienen que ser neutrales. Hay gente que se comporta como si ya se ganaron todos los derechos, pero queda mucha lucha”, explicaba.

Una de las pocas posiciones displicentes con el desfile la mostró el presidente de Radiotelevisión Española, José Antonio Sánchez, el mismo que en abril definió la conquista española de América como “evangelizadora y civilizadora”. Sánchez se negó a retransmitir el desfile del Orgullo, pero tomaron su relevo otras dos cadenas (una pública y otra privada).

La postura de los vecinos de Madrid ante la celebración fue incontestablemente favorable. Los madrileños están orgullosos de la condición gay friendly de su ciudad, en un país donde incluso el derechista Partido Popular lucha por el voto de la comunidad gay, proponiendo medidas que aumenten sus derechos.

Las incomodidades para los vecinos durante la fiesta son innegables. Ángel y Benito este fin de semana se marchaban a Portugal. “Nosotros ya disfrutamos mucho del Orgullo otros años. Es una iniciativa fantástica, pero cansa. Madrid se llena de gente, no puedes ir a ninguna parte”, contaban.

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