A fines de la década de 1990, los emprendedores Steven Abramson y Sidney Rosenblatt promocionaban a un gigante de la electrónica en su nueva tecnología de pantalla plana. No les fue bien.
El producto no estaba probado y, dado que la startup tenía un monto miserable en el banco, el fabricante tenía dudas sobre su viabilidad a largo plazo. “¿Quieren que apostemos el futuro de nuestra compañía a su tecnología?” dijo el posible cliente después de la presentación.
“Steve y yo nos miramos y dijimos: ‘Tiene razón’”, contó Rosenblatt en una entrevista reciente. No identificó al fabricante ante el cual habían hecho la presentación.
Después de casi 20 años y 500 millones de dólares en investigación y desarrollo, su promoción finalmente dio frutos. Apple pronto lanzará un nuevo iPhone usando la tecnología de diodos emisores de luz, u OLED, por la que Abramson y Rosenblatt lucharon durante tanto tiempo.
La compañía que dirigen, Universal Display, está valuada en 5 mil 400 millones de dólares, casi el doble que hace un año –alza impulsada por haber conquistado a la empresa más valiosa del mundo como cliente final-.
Conforme se esfuerza por mantener el liderazgo tecnológico en materia de smartphones, Apple recurre a proveedores poco conocidos que han dedicado años o décadas a desarrollar componentes con la esperanza de que estos algún día sean adoptados en forma masiva.
Al igual que Universal Display, otras compañías, entre las que se cuentan Lumentum y AMS, también están en condiciones de beneficiarse con la próxima versión del dispositivo de mayor venta de Apple.
El iPhone 8, como lo han apodado tentativamente los analistas, es la actualización más significativa de la gama de teléfonos de Apple desde por lo menos 2014.
Los teléfonos inteligentes han pasado de ser dispositivos de comunicación a convertirse en centros portátiles de identidad, pagos, entretenimiento y nuevas experiencias como la realidad aumentada.
Eso requiere importantes actualizaciones del hardware, lo que obliga a Apple a investigar la cadena mundial de suministro de electrónica en busca de herramientas y servicios que a menudo hasta ahora tenían usos más limitados.
Cuando Universal Display salió a bolsa en 1996, Rosenblatt, Abramson y el fundador Sherwin Seligsohn esperaban que la tecnología fuera adoptada en forma masiva en cinco años.
“Nos dimos cuenta en 1999, cuando habíamos contratado a cinco, seis o siete técnicos, que iba a llevar mucho más tiempo”, contó Rosenblatt. “No ganamos mucho dinero, no nos pagaron una gran parte de la cosa. Pero estábamos allí trabajando con ardor porque OLED iba a ser la tecnología del futuro y nunca cambiamos de objetivo”.
En febrero, la compañía anunció su primer dividendo después de generar finalmente suficientes ganancias para cubrir costos de investigación y desarrollo de 500 millones de dólares acumulados durante 20 años.