TODOS SOMOS “SUPREMACISTAS”; DE CUALQUIER COLOR

Si uno de verdad quisiera fomentar entre los niños y los jóvenes una noción de respetuosa convivencia, valdría la pena iniciar el trabajo suprimiendo las estupideces religiosas por las cuales cada nación  se proclama, por derecho divino, el pueblo escogido.

La transferencia entre lo teológico y lo humano, es casi automática; los elegidos de los dioses o de Dios, automáticamente se sienten superiores.

Y cuando no reciben esa consigna ni a sus peregrinos les cae el maná celestial o un  águila milagrosa se come una víbora en el islote escogido para su triunfo en la tierra, entonces se consiguen un  filósofo de bolsillo cuyo genio los define como “raza cósmica”.

Hoy los bonos, siempre a la baja, de Donald Trump (excepto entre sus devotos, seguidores y afines), se caen todavía más entre las personas medianamente pensantes o pensantes del todo. Su discurso es intolerable; sus palabras son  ofensivas, su actitud es irracional.

Pero lo más grave es eso: la irracionalidad, la vulgaridad, la torpeza fueron los elementos comunitarios con los cuales millones de gringos imbéciles lo llevaron a la Casa Blanca.

Los problemas raciales  de los últimos días en Estados Unidos (sería mejor decir conflictos étnicos, pues razas no hay; sólo existe la raza humana), señaladamente la agresión contra quienes se manifestaban en contra de otros manifestantes, producido todo esto por la remoción de  la estatua ecuestre del general Lee, un notorio esclavista de las armas Confederadas, fueron graves por su significado, no tanto por su resultado.

A fin de cuentas hubo varias personas muertas, lo cual no es sino la punta de una lanza. En la historia de los linchamientos americanos, estas bajas civiles son una gota de tinta en el océano de una historia atroz.

La historia americana es nada más la crónica de cómo se fueron suprimiendo prójimos. La conquista del Oeste  se basó en el  genocidio de los pueblos originarios. Y cuando ya los habían avasallado y eliminado material y culturalmente, entones los confinaron en zoológicos humanos llamados reservaciones.

Y el día cuando sintieron leves dolores de conciencia, muy tarde, los hicieron tahúres y les entregaron concesiones para operar casas de juego.

El mejor indio fue por muchos años, el indio muerto, como les enseñó el general George Custer.

Y en cuanto hace a la población esclava, cuya “importación” comenzó desde fines del siglo XVII, no hay disculpa histórica válida.

Datos históricos nos dicen:

“La esclavitud en los Estados Unidos se refiere a la institución legal que existió en los Estados Unidos de América durante los siglos XVIII y XIX. La esclavitud fue practicada en la América británica desde el principio de la era colonial, y fue firmemente establecida cuando se firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.

“Doce millones de africanos fueron enviados a América entre el siglo XVI y el XIX. De ellos, se estima que 645 mil fueron enviados a lo que hoy se conoce como Estados Unidos.

“La mayor cantidad fue transportada al Caribe y Brasil, donde la esperanza de vida era corta y los esclavos tenían que ser constantemente reemplazados. La esperanza de vida era mucho más alta en los Estados Unidos (generalmente por mejor comida, menos enfermedades, menos trabajo, y mejor servicio médico), así que los números crecieron rápidamente excediendo el número de nacimientos al de muertes.

“La población esclava en los Estados Unidos había crecido hasta los cuatro millones según el censo de 1860, hay que tomar en cuenta que dentro de las aberraciones producidas por los esclavistas existió también la obligación a la procreación entre esclavos por parte de sus dueños.

“Esta se dio partir de la idea de que una mujer fuerte con un hombre fuerte parían a un niño negro fuerte, nuevo esclavo”.

La “ganadería humana” es una culpa indeleble en la historia. Y no solo de Estados Unidos, también de Portugal, Bélgica e Inglaterra; Holanda u otras civilizadas y cristianas naciones europeas.

España no practicó tanto ese comercio esclavo. Iberia se conformaba con la Inquisición, una forma de esclavitud espiritual en el nombre de la fe verdadera y por tanto superior y única.

Hoy EU tiene dos discursos para comparar. Trump en magnífico alarde sobre el esclavismo de George Washington y su valor en la historia como padre fundador y por tanto inamovible y Michelle Obama quien miraba feliz a sus niñas, descendientes de hombres en cadenas, jugar en los jardines de la Casa Blanca, construida por esclavos para el primer presidente americano.

MAULEON

–Perro que ladra no muerde, dicen.

–Quizá no muerda, pero tampoco deja dormir en paz.

Ante las amenazas sólo queda un  camino: exigir una investigación  certera, eficaz, expedita.

Y si de algo sirve, enviar un abrazo solidario.

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