El papa Francisco pidió a la sociedad colombiana un compromiso sincero de reconciliación para que prosperen los esfuerzos del país por alcanzar la paz y salga del “pantano de la violencia y la amargura”.
El pontífice ha tenido una multitudinaria acogida en Colombia, una nación mayoritariamente católica, a la que trajo un mensaje de paz y unidad en busca sanar cicatrices de una guerra interna de medio siglo que ha dejado 220 mil muertos y millones de desplazados.
Francisco llegó la ciudad de Villavicencio, unos 70 kilómetros al sureste de la capital Bogotá, donde fue recibido por cientos de miles de personas vestidas de blanco que, eufóricas, cantaban “Francisco, amigo, el Llano está contigo”.
En una misa masiva, el Papa dijo que la reconciliación “no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos. No es legitimar las injusticias personales o estructurales”.
“El recurso a la reconciliación no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia. Más bien, como ha enseñado san Juan Pablo II: Es un encuentro entre hermanos dispuestos a superar la tentación del egoísmo y a renunciar a los intentos de pseudo justicia”, afirmó.
Antes de comenzar su homilía en una explanada, Francisco bendijo a la multitud y se puso por unos instantes un sombrero típico colombiano.
Durante la misa beatificó al sacerdote Pedro María Ramírez, asesinado en 1948 en medio de la violencia política, y al obispo Jesús Emilio Jaramillo, ejecutado por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Los dos religiosos son “mártires” de la Iglesia Católica por razones de fe.
El Papa argentino dijo que los dos nuevos beatos deben ser vistos como “una expresión de un pueblo que desea salir del pantano de la violencia y la amargura”.
COMPROMISO SINCERO
El líder de la Iglesia católica, de 80 años, había aplazado su visita a Colombia hasta que se lograra un pacto de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ahora convertidas en un partido político.
Desde 1964, los colombianos han sufrido un conflicto entre rebeldes izquierdistas y las fuerzas gubernamentales. La confrontación, a la que se sumaron los paramilitares de extrema derecha años más tarde, se extendió por selvas, montañas y tocó pueblos y ciudades, dejando una estela de dolor y muerte.
Los colombianos están profundamente divididos en torno al acuerdo de paz, mientras se preparan para recibir en la sociedad a 7 mil exmiembros de las FARC y a superar odios de la guerra.
Pero muchos están molestos porque los líderes de las FARC eludirán la cárcel y podrán recibir bancas en el Congreso como miembros de un partido político.
“La reconciliación, por tanto, se concreta y consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación siempre será un fracaso”, insistió el líder de los mil 200 millones de católicos en el mundo.
Antes del viaje de Francisco a Villavicencio, se conoció una carta en la que el máximo jefe de la antigua guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño, suplicó perdón al Papa por el dolor que causaron en medio del conflicto armado y le pidió orar para que la implementación del acuerdo de paz tenga éxito.
“Es necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal dirección (la reconciliación), sin esperar que lo hagan otros”, dijo el Papa en la multitudinaria misa.
El pontífice quiere que su mensaje de reconciliación resuene entre las víctimas, con quienes se reunirá más tarde en esta ciudad, capital del departamento del Meta, una zona ganadera y agrícola golpeada por la violencia.
Francisco bendecirá el Cristo de Bojayá, una imagen destruida en el 2002 en un bombardeo de las FARC a un pueblo del departamento de Chocó en el que murieron unas 80 personas.
La figura de yeso, sin brazos ni piernas, se ha convertido en un símbolo icónico del conflicto en la nación sudamericana.
Más tarde, el Papa celebrará una reunión de oración con 6 mil sobrevivientes del violento conflicto que ha provocado profundas heridas en millones de personas por los secuestros, masacres y violaciones. También bendecirá la Cruz de la Reconciliación, un monumento blanco en homenaje a las víctimas.
El perdón de la sociedad es clave para que Colombia tenga una paz estable y pueda pasar esa oscura página de la historia.