Cuando el expriísta Gabino Cué Monteagudo asumió el gobierno de Oaxaca al finalizar el 2010 en nombre del PAN, el PRD y otros partidos, su compromiso fue el de sacar al estado de la pobreza. Los daños del terremoto del jueves 7 de septiembre revelaron que Oaxaca fue empobrecido más por ese gobierno de oposición.
Lo peor fue el descubrimiento que hizo el gobernador priista entrante en diciembre del 2016, Alejandro Murat Hinojosa: Oaxaca fue víctima, como Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo, del peor saqueo de las arcas públicas por los funcionarios del gobierno de la “transición”, de la alternancia y del equipo de Cué Monteagudo.
La pobreza que evidenció el terremoto no fue sólo la de un estado sin modelo de desarrollo, sino del hecho de que Oaxaca fue atracada por los funcionarios del gobierno PAN-PRD. A lo largo del sexenio estatal anterior, Oaxaca tuvo un presupuesto de gasto de 305 mil millones de pesos, más 18 mil millones de deuda, para una población de 3.8 millones de personas, pero el dinero se esfumó en las cuentas de los funcionarios y aumentaron los pobres.
El activismo del gobernador Murat Hinojosa para supervisar los daños del terremoto descubrieron los escombros del fraude de Cué Monteagudo y sus funcionarios. Hasta donde se tienen datos, el gobernador Murat ya tiene detectadas las fugas de dinero en el sexenio de su antecesor y afirman que falta poco para encaminar los ajustes de cuentas penales por los caminos de Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo. Por lo pronto, Cué Monteagudo se escondióen las horas posteriores al terremoto porque no puede ir a Oaxaca por el ambiente adverso por su saldo de gobierno: corrupción sin desarrollo.
El gobernador Murat Hinojosa ha sorprendido por su atención a las zonas afectadas por el terremoto y tiene la circunstancia histórica de reconstruir no sólo las viviendas, sino el tejido social y sentar las bases para un desarrollo que eleve el nivel de vida de la población olvidada por el gobierno aliancista PAN-PRD de Cué Monteagudo.
La relación personal del gobernador Murat con el presidente Peña Nieto y la voluntad declarada por los dos de atender la crisis del terremoto con desarrollo se le presenta a Oaxaca como la gran oportunidad para catapultar programas de desarrollo que ayuden a paliar la pobreza, no a esconderla.
El desafío es mayor porque no se trata sólo de la pobreza ancestral en Oaxaca, sino de que el gobierno aliancista PAN-PRD de Cué Monteagudo malgastó el presupuesto en corrupción de sus funcionarios. A pesar de los 323 mil millones de pesos de gasto sexenal, Cué Monteagudo aumentó la pobreza de 67% a 70.4% de la población. Y el colmo fue que la corrupción de su gobierno inclusive afectó a los sectores no-pobres y no-marginados porque la cifra de bienestar en ese nivel bajó de 9.5% de la población a 7.4%, contra una media nacional de 20% de mexicanos sin problemas de bienestar. En el sexenio estatal anterior se duplicó el número de oaxaqueños en los EE.UU.
El gobernador Murat Hinojosa hasta ahora ha fijado sus propias coordenadas, ha controlado el gasto y ha definido líneas de desarrollo. Pero tiene por delante seis años, el apoyo presidencial y la voluntad de potenciar el desarrollo, lo suficiente como para comenzar –si mantiene el paso– a reactivar el crecimiento productivo.
Política para dummies: La política es el compromiso moral de no solapar los abusos del poder.
Sólo para sus ojos:
- El PRI no sabe cómo legitimar la decisión presidencial personal de designar al candidato del PRI a la presidencia; de la manga se sacó una parodia de “consulta” a senadores que sólo agito las aguas. A menos, dicen en los pasillos del poder, que el presidente Peña Nieto necesite legitimar su dedazo.
- El tema de los dreamers va para largo porque hay indicios de que Trump estaría usándolos como carta de negociación de su agenda legislativa, sobre todo presupuestal.
- México tiene un enemigo de temer en el entorno de Trump: el jefe de gabinete, el ex secretario de Seguridad Interna y general del ejército. Ha llegado a la conclusión, como Reagan en su momento, que México es un peligro para los EE.UU. y que se acerca una desestabilización. El problema es que todo indica que Jared Kushner, el contacto del canciller Luis Videgaray, está a punto de dejar la casa Blanca por el Rusiagate. O sea que no hay quién entienda –ya no se diga defienda– a México en la sede del poder imperial.