Como una pequeña epidemia brotan por todas partes los desplegados de prensa, los anuncios y los mensajes de agradecimiento por la generosidad mostrada durante los sismos, lo cual incumple a veces con la modestia y decoro sugeridos para el ejercicio de esa teologal virtud llamada caridad.
De entre todos escojo uno por su cursilería y su mala redacción.
Es un “espectacular” colocado en las alturas de un edificio en las Avenidas Chapultepec y Cuauhtémoc. Uno esos grandes anuncios comerciales cuyo peso (como en Torreón y Viaducto) propicia el derrumbe de adefesios mal construidos y peor sobrecargados. En fin.
El enorme cartel dice lo siguiente:
“GRACIAS RESCATISTAS CANINOS POR DEJAR SU HUELLA EN MUCHAS VIDAS. LA VIDA MERECE UN HOMENAJE.”
Si nos atenemos sentido lato de las palabras, un rescatista es aquel quien rescata o participa en un rescate y un canino (además de un colmillo), es simplemente un perro, entrenado para olisquear entre las piedras y cuya potencia olfativa ha sido usada para buscar sobrevivientes, drogas, billetes o muchas otras sustancias y objetos en el mundo.
Pero los “rescatistas caninos”, así redactado, vienen a ser los canes; no sus entrenadores y ellos (ni siquiera eso llama jocosamente “binomio canino”). Así pues resulta inútil ponerles un espectacular legible a la distancia, pues los perros, ni de lejos ni de cerca saben leer.
Pero en fin, cosa de los corazones conmovidos en el nombre de los cuales se permite todo atropello a la lógica, como ese comunicado hilarante de la Secretaría de Educación, en el cual se les advierte a los propietarios del derruido colegio Rébsamen, (incluida a la fugitiva Mónica García Villegas, la señora del “roof garden”), su desautorización para prestar más los servicios educativos. Esto es de carcajada:
“La Secretaría de Educación Pública (SEP) ha resuelto revocar las autorizaciones de incorporación que le permitían al Colegio Enrique Rébsamen prestar los servicios de educación en los niveles de preescolar, primaria y secundaria, por lo que queda prohibido que la institución continúe proporcionando esos servicios educativos en dicho (¿en dicho qué?) o en cualquier otro plantel.
“A partir de los efectos del sismo del pasado 19 de septiembre, y en coadyuvancia a (con) la investigación iniciada por la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México, la SEP determinó revocar las autorizaciones de incorporación que le permitían al Colegio Enrique Rébsamen, ubicado en la calle de Rancho Tamboreo, colonia Nueva Oriental Coapa, Delegación Tlalpan, prestar los servicios de educación en los niveles de educación básica. La revocación se mantendrá hasta que se deslinden responsabilidades derivadas de la investigación”.
Más allá del pantanoso estilo del texto, uno supondría de urgente y obvia comprensión la imposibilidad de continuar prestando los “servicios educativos” entre los escombros. Sólo falta dar de baja a una alumna llamada Frida o anunciar su beca para la telesecundaria.
Pero todos hemos sido testigos de la conversión de los mexicanos, pues quien más, quien menos, quiere figurar en la primera fila de la fotografía piadosa de la participación.
Y la verdad las únicas cosas reales con alcance de futuro, cuando se acaben las latas de atún y los sándwiches de la espontaneidad y los garrafones de agua, las ha hecho el gobierno (es su responsabilidad), como esos programas de crédito casi a fondo perdido con los cuales se quiere reactivar la economía y fomentar la construcción y la auto edificación de las miles de viviendas dañadas en Oaxaca, Chiapas y Morelos, especialmente.
Lo demás son epopeyas de oportunismo, como ese extraño fideicomiso llamado “Fuerza México”, cuya operación resulta altamente compleja. Tanto como estas explicaciones, divulgadas por la secretaría de Hacienda y cuya explicación se sintetiza en estas líneas tan claras como el lodo:
“A través del Servicio de Administración Tributaria (SAT), la Secretaría de Hacienda autorizó mediante la publicación de una regla, la posibilidad de que instituciones donatarias realicen donativos a otras de la misma naturaleza, con el objetivo de facilitar recursos para el fideicomiso Fuerza México.
“Aunque dicha acción no esté contemplada dentro del objeto de las donatarias, con la publicación de esta regla se espera coadyuvar a la reconstrucción de las zonas afectadas.
“El fideicomiso privado “Fuerza México” fue constituido en Nacional Financiera por distintos representantes del sector privado.
“Tiene el propósito de canalizar todos los donativos y aportaciones que realicen personas, organismos, organizaciones y empresas desde el interior o exterior del país para apoyar las acciones de reconstrucción en los estados que se vieron afectados por los recientes sismos”.
Una hermosa montaña rusa nos espera, mientras a los desheredados les sigue lloviendo entre la ruina y la miseria…