Quienes han condenado de manera abierta la actuación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la delincuencia organizada; tarde o temprano se pondrán de parte de esta, pero siempre al amparo de las buenas conciencias y los modos de la corrección política contemporánea, con la sombrilla de los Derechos Humanos (mal comprendidos y peor invocados), como ahora ha hecho el candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López.
Su propuesta de amnistía, aunada a su planteamiento en los proyectos gubernamentales ya divulgados en su proyecto nacional, para meter a los soldados a los cuarteles, se puede sintetizar (como hizo Raymundo Riva Palacio), en una simple frase: los soldados a la sombra; los narcotraficantes a la luz.
Unos en la sombra de las barracas militares; otros a la luz del sol, del brazo y por la calle con una señora asustada llamada realidad.
Así fue divulgado este sin sentido:
“(Crónica).-El líder nacional de Morena, Andrés Manuel López Obrador, dijo que analiza, en la amnistía que tiene planeada cuando asuma la presidencia, incluir a los jefes de los grupos de la delincuencia organizada.
“En una gira de trabajo por Guerrero, en el municipio de Quechultenango, el líder morenista señaló que la violencia que hay en el país no se resolverá sólo con el uso de la fuerza, sino que debe cambiarse la estrategia.
“AMLO visitó distintos municipios de la zona Centro de Guerrero, donde se comprometió a crear una Comisión de la Verdad que sirva para conocer lo que pasó el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, fecha en que desaparecieron 43 normalistas de Ayotzinapa.
“En Quechultenango, donde opera el grupo criminal llamado Los Ardillos, López Obrador afirmó que Guerrero se descompuso por la crisis de seguridad y atribuyó esa situación al fracaso en la estrategia del gobierno federal.
“Explicó que “ha sido una estrategia equivocada, tratar de resolver las cosas con policías, soldados, marinos, cárceles, amenazas de mano dura, leyes más severas, masacres, hay que cambiar la estrategia y atender a la gente”.
“Si Morena gana las elecciones en 2018, el tabasqueño afirmó que el gobierno mexicano presionará al gobierno de los Estados Unidos para prevenir la adicción a las drogas. Sobre la amnistía, aseveró que podrían estar incorporados líderes de grupos de la delincuencia, siempre y cuando exista el aval de las familias de las víctimas.
“Ya en Tixtla, municipio donde está la normal rural de Ayotzinapa, pidió a todos los guerrerenses que han sido víctimas de algún delito a perdonar, pues “haremos lo que se pueda para lograr la paz, si es necesario vamos a convocar a un diálogo para que se otorgue amnistía siempre y cuando se cuente con el apoyo de las familias de las víctimas y no descartar el perdón, si está de por medio la paz de todo el país”.
Yo no sé si en verdad don AML crea en eso del perdón de los pecados y la vida perdurable amén, pero las matanzas de estudiantes (ahí está como ejemplo el caso de Iguala y la colusión de su recomendados Abarca con grupos de amapoleros cuya sevicia llegó al incendio y la desaparición de los cadáveres de los normalistas); los señalamientos hacia sus nuevos validos como Félix Salgado Macedonio y la tolerancia con los narcomenudistas en Tláhuac; por no ir más allá con las muestras, son crímenes de tanta gravedad como para no colocar sobre ellos el piadoso manto del olvido, pues eso es una amnistía.
Y quizá el Estado pierda la memoria, pero la huella del dolor difícilmente desaparecerá del recuerdo tortuoso de los familiares y víctimas colaterales del delito.
Eso por cuando hace a los delitos del orden común o federal, como el asesinato o el secuestro, pero si se tratara de violaciones graves a los Derechos Humanos, entonces el Estado se perdonaría a sí mismo, lo cual es una fórmula equivocada de entender las cosas. O mejor dicho, de no entenderlas.
Toda violación de Derechos Humanos conlleva la comisión de un delito, pero no todo delito genera una violación de derechos fundamentales. Hay fronteras y no se debe cruzar una sin poner en riesgo la otra.
A final de cuentas todo es una cuestión de visión. Un muerto lo es, por encima de quién haya privado de la vida. Ponerle trampas al olvido es negar la naturaleza del derecho.
Y usar estos temas tan graves para simplemente llamar la atención en medio de una campaña electoral, resulta, al menos, una irresponsabilidad. Y si se cree en serio, una pifia monumental.