Un descubrimiento matemático realizado por programadores informáticos, que utilizaron una ecuación de 350 años para encontrar un número primo récord, podría asimismo brindar respuestas a la desmedida demanda de electricidad de bitcoin.
Great Internet Mersenne Prime Search halló y confirmó el número primo más grande conocido, una cifra con 23 millones de dígitos descubierta con el cálculo del monje francés del siglo XVI, Marin Mersenne, según un comunicado dado a conocer este mes.
Ese esfuerzo, además de otros métodos informáticos colaborativos, están haciendo evolucionar la ciencia de la criptografía, que es esencial para crear y rastrear los bitcoins.
“Estas ideas podrían estar conectadas intelectualmente”, dijo Seth Schoen, tecnólogo sénior en la Electronic Frontier Foundation (EFF)de San Francisco, que ofrece un botín de 150 mil dólares a la primera persona o al grupo que descubra un número primo de 100 millones de dígitos.
“La minería de criptomonedas podría considerarse un descendiente indirecto de los proyectos informáticos distribuidos”.
El proceso de buscar números primos, que constituyen la base de la criptografía, demuestra que resolver ecuaciones tediosas puede traer aparejados avances científicos con aplicaciones prácticas.
El ascenso meteórico de bitcoin y otras criptomonedas agita el debate en los niveles más altos de la formulación de las políticas monetarias.
Los adeptos apuestan a que la confianza en la tecnología de cadena de bloques para hacer un seguimiento de las transacciones revolucionará a la larga la forma de almacenar y transmitir valor.
Los detractores señalan la enorme energía que consumen las computadoras que se utilizan para resolver las mundanas ecuaciones matemáticas que hacen funcionar el sistema.
La energía siempre ha sido parte del ADN de bitcoin. La persona a la cual se atribuye la creación de la moneda, identificada solo como Satoshi Nakamoto, concibió el sistema que otorga monedas virtuales por resolver acertijos complejos y emplea un libro mayor digital encriptado para seguir todo el trabajo y todas las transacciones.
“A esta energía se le da un uso productivo en un sentido: confirmar la autenticidad de las transacciones con bitcoin”, escribió Schoen en un correo electrónico.
“Pero resulta desproporcionada en muchos sentidos, sobre todo si se pudiera encontrar otra alternativa técnica para confirmar las transacciones utilizando al mismo tiempo mucha menos energía”.
El tecnólogo de la EFF, que lleva más de 20 años trabajando en codificación, enfatizó que los métodos en colaboración utilizados para detectar números primos muy grandes tienen más impacto en la criptografía que las cifras mismas. Hasta que se produzca el advenimiento de la computación cuántica, la mayoría de la gente está a salvo con la codificación de tres dígitos.
Se está acelerando la búsqueda de un compromiso. Algunos científicos están tratando de reducir la energía necesaria para el procesamiento informático. Otros han venido vinculando la minería de criptomonedas a la matemática que resuelve problemas del mundo real.
Un ejemplo es gridcoin, una criptomoneda explotada por una red global de más de 23 mil computadoras conectadas con científicos en la Universidad de California en Berkeley.
Los gridcoins se otorgan al unirse a la Berkeley Open Infrastructure for Network Computing, o BOINC.
Este trabajo “podría generar avances en medicina, biología, matemática, ciencia, climatología, partículas y astrofísica”, según el sitio web del grupo, donde se aclara que la electricidad necesaria para minar gridcoin es una fracción de la que requiere bitcoin.