Detrás de las ruidosas exhibiciones de acrobacias aéreas y las filas de visitantes que observan admirados los aviones de combate y los misiles en la pista, el futuro de la aviación se exhibe en la enorme y oscura sala de exposiciones del salón aeronáutico más grande de Asia. Y son drones.
En medio de las multitudes de ejecutivos de medios de comunicación, fuerzas armadas y marketing, casi siempre hay un dron, o vehículo aéreo no tripulado.
Desde el avión espía de aspecto monstruoso Global Hawk de Northrop Grumman, que voló desde la base de la Fuerza Aérea de Estados Unidos ubicada en en Guam, hasta un pequeño quadcopter a batería de la start-up local AeroLion Technologies, que puede volar a través de túneles subterráneos sin GPS, hay un dron para todo.
Bueno, casi todo. Ejecutivos de los grandes fabricantes de aviones siguen siendo cautelosos en lo que respecta a aviones de pasajeros sin piloto. Los viajes autónomos tienen un largo camino por recorrer antes de que la mayoría de los miembros del público estén felices de subir a un avión sin nadie al mando.
“La autonomía remodelará por completo la economía mundial”, dijo Guillaume Thibault, socio de la firma de asesoría de gestión Oliver Wyman, en una sala de conferencias abarrotada en la feria, titulada “La revolución autónoma: la carrera está en marcha” (“The Autonomous Revolution – The Race Is On”).
Con todas estas naves sin piloto en el aire, se habló mucho sobre cómo manejar la embestida que se avecina, particularmente en los aeropuertos. Thibault señaló que en 2015 había alrededor de 320 mil aviones en uso activo en todo el mundo, mientras que los clientes compraron 4.5 millones de drones. Los anuncios que se publican en los medios todos los días son “solo la punta del iceberg”, dijo.
Para aquellos más preocupados por la privacidad, o la seguridad portátil, la firma local de Singapur TRD Consultancy acaparó la atención por su pequeño soporte con un dispositivo con forma de rifle que puede bloquear electrónicamente un dron no deseado.
Su sistema Orion puede desactivar un vehículo aéreo no tripulado y hacerlo bajar o enviarlo a casa, según el director de desarrollo comercial de la firma, Ben Heng. El dispositivo cuesta alrededor de 20 mil dólares, pero a medida que más compañías ingresen al mercado, se espera que estos “exterminadores de drones” encabecen las listas de compras navideñas en los próximos años.
Tanto para aviones pilotados como autónomos, la feria dedicó mucho espacio a cómo alimentar todas estas nuevas aeronaves. Al igual que la industria automotriz, la industria aeroespacial está lidiando con la manera de alejarse del petróleo, y más de una compañía promocionaba aeronaves eléctricas o híbridas, generalmente con despegue vertical, que podrían utilizarse como taxi aéreo o avión corporativo.
De la mano del auge de los vehículos aéreos no tripulados, llega el alcance cada vez mayor de la vigilancia y la seguridad, y había más de un expositor destacando el uso de sus sistemas para el control de fronteras. El enorme estand abarrotado de ST Engineering, controlada por el Gobierno de Singapur, demostró que esos asuntos no solo se están centrando en los dispositivos aéreos de espionaje.
Ningún salón aéreo en 2018 podría estar completo sin un muro para mantener fuera a los visitantes no deseados, y la unidad ST Electronics tenía uno en el medio de la sala de exposiciones.
Acoplado a las secciones de la valla de metal está su sistema de seguridad AgilFence, que adapta un cable de fibra óptica a cualquier perímetro y puede identificar con precisión dónde está tratando de entrar su malhechor.
Escondido en la parte posterior del estand de ST, sin embargo, entre sistemas anti drones y de seguridad cibernética, hay una caja negra que podría darnos una idea del futuro que a todos nos podría venir bien. Se llama Black Computer (“Computadora negra”) y promete proteger frente a “cualquier abuso, como el ransomware”.
Parece que el juego electrónico mundial del escondite solo acaba de comenzar.