La salida del jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, de su oficina en la Plaza de la Constitución, para irse en busca de otro puesto político, se vio interrumpida —como todos sabemos—, por una maniobra triple de los diputados Jorge Romero (PAN); Leonel Luna y Mauricio Toledo (PRD), quienes deseaban prioridad en la gestión (y aprovechamiento) de los recursos de la incipiente reconstrucción de algunos edificios de la ciudad, tras los sismos recientes.
Y digo algunos edificios, porque la magnificada narrativa oficial habla de la reconstrucción de la ciudad para darle a esos empeños una amplitud enorme, con la cual justificar el enorme costo y el gran volumen de dinero en juego. Eso es falso. No han podido ni siquiera con este minúsculo universo del desastre.
Si uno quisiera entender las dimensiones de esta mediocridad, debería leer los textos sobre la reconstrucción de Hiroshima, en los años posteriores a 1945. Ésa sí fue una ciudad destruida por entero y la levantaron moderna y hermosa, en menos de 20 años sin robarse un yen. Aquí todavía no pueden acabar con las barracas y los edificios dañados desde 1985.
Ahí se entiende el secreto de hacer bien las cosas: simplemente haciéndolas.
Sin comisiones ni estorbos burocráticos; sin políticos conocidos por sus antecedentes en la devastación urbana y el lucrativo manejo —entre otras cosas—, del uso del suelo, como sucede con estos tres mosqueteros de la corrupción urbana: uno en Álvaro Obregón (Luna), otro en Coyoacán (Toledo) y Romero (Benito Juárez).
El triunvirato cuyo dominio ha convertido la de suyo inútil ALCDMX, en campo de reparto de un magno botín, quiso inútilmente apoderarse de los fondos para la reconstrucción.
Mancera los frenó con modificaciones a la ley cuyo contenido aprobaron forzados por una creciente ola de críticas, impulsada, entre otras cosas, por la renuncia del comisionado (Ricardo Becerra) y otras personas de la “sociedad civil” (D’Artigues, Merino, Tudela), quienes se fueron asqueadas por la intentona de secuestro crematístico.
Hasta ahí, las cosas se quedaron en un intento frustrado de despojo y una comisión desbaratada, muchos gritos en el cielo y una eternidad para esperar la reconstrucción de unos cuantos edificios.
Pero las “explicaciones” y justificaciones de uno de estos herederos de Chucho, El Roto, no tienen perdón. Son de un cinismo y una caradura, dignos de reconocimiento. Hace falta una enorme desvergüenza para firmar estas reflexiones, como ha hecho el diputado Romero. Y digo firmar porque se las han escrito. Él no escribe la “0” ni con canuto. Vea usted:
“…con el objeto de acabar de tajo con algunas dudas y desinformación que obstaculizaban el flujo de los recursos del Fondo de Reconstrucción aprobado para los damnificados; el pasado 22 de febrero se realizó el Primer Periodo Extraordinario de Sesiones del Tercer Año de esta VII Legislatura, en el cual el Pleno de la Asamblea discutió y reformó el artículo 71 de la Ley de Presupuesto y Gasto Eficiente del Distrito Federal y se reformaron los artículos 13 y 14 del Decreto de Presupuesto de Egresos de la Ciudad de México para el Ejercicio Fiscal 2018”.
Eso es mentira. El extraordinario se hizo para (evitar) apropiarse de la capacidad de gasto. Darle al Legislativo indebidas facultades ejecutivas. A otro can con ese hueso.
Y sigue:
“Los diputados locales de Acción Nacional, refrendamos nuestro compromiso de que los recursos para la reconstrucción de la CDMX sean destinados con transparencia y atiendan, de la manera más eficiente posible, las necesidades de las familias afectadas (Romero no precisa si entre esas familias está la suya)”.
Pero donde ya suenan los violines es aquí:
“…Nosotros asumimos con responsabilidad nuestro papel de legisladores (¿Papel de legisladores?; será “Pétalo…”), para dar seguridad y certeza jurídica a los damnificados (Sí, Chucha).
“Al final, lo que queremos dejar claro es que nuestro único objetivo en este tema es avanzar en pro de la gente damnificada; para regresarles su tranquilidad y que recuperen su vida a la brevedad (¿también, los muertos van a recuperar su vida a la brevedad o esos ya no tienen brevedad? ¡Ay, Jorge!, muy mal escribe el amanuense); por ello, continuaremos realizando acciones para acelerar el envío de estos recursos para la reconstrucción de la CDMX”.
Así pues, junto con Eugenio Derbez, Eiza González y Lupita Nyong’o deberíamos ver a Jorge Romero en la noche de los “Oscar”, como feliz ganador en su papel de cínico y mentiroso. Al rato aparecerá como dueño de naves industriales, a ocupar el sitio, en el Senado, de Mariana Gómez del Campo…
CHAMACO
¿Cómo andarán las cosas en Washington si para llegar a la Casa Blanca a grillar, sólo se debe “chamaquear” al yerno de Trump. Salió peligroso el “braguetazo”.