No lejos de las plataformas petroleras del Mar del Norte noruego, constructores navales montan algunos de los primeros transbordadores que funcionan por completo a baterías.
Durante años, el astillero, emplazado frente al mar azul y las montañas coronadas de nieve del fiordo más profundo del país, fabricó en su mayor parte barcos alimentados a combustible para la industria petrolera.
No obstante, los pedidos desaparecieron en tanto el crudo se derrumbaba en los últimos años.
Ahora, como en el caso de otras industrias noruegas, su prosperidad futura depende de que pase a ser verde.
“Es lo que vamos a hacer en los próximos cinco años”, dijo Erlend Hatleberg, un gerente de proyecto de Havyard Group, que administra el astillero del Sognefjord, que ha pasado a especializarse en barcos con tecnología de batería similar a la de los autos eléctricos.
“Estábamos en un pozo muy profundo, pero la actividad ha regresado”, declaró Hatleberg.
Si bien el avance de la electrificación de las contaminantes flotas navieras del mundo está kilómetros por detrás de los progresos hechos en lo relativo a los automóviles, Europa da los primeros pasos en el marco de las metas del Acuerdo Climático de París de reducción de las emisiones de dióxido de carbono.
Decenas de embarcaciones a batería que pueden trasladarse por vías acuáticas interiores en Noruega, Bélgica y Holanda están a punto de hacer sus primeras travesías. Algunas hasta pueden navegar de forma por completo automatizada, sin tripulación.
El avance está encabezado por Noruega, un país donde casi toda la electricidad deriva de fuentes hidroeléctricas, la compañía petrolera estatal se expande a energía eólica marina y la población conduce más autos eléctricos per cápita que en cualquier otro país del mundo.
A continuación, Noruega aspira a que las dos terceras partes de los barcos que transportan pasajeros y autos a lo largo de su costa atlántica ventosa y escarpada estén electrificadas para 2030.
Havyard trabaja en el cumplimiento de 13 pedidos de transbordadores sin emisiones que recibió desde 2016.
En un plano más amplio, sin embargo, el progreso podría ser una gota en el océano. Para reducir en serio la contaminación marítima haría falta que los 50 mil buques tanque, cargueros y barcos de transporte en general que recorren los océanos adoptaran energía renovable.
Los más grandes usan motores diésel del tamaño de una casa de cuatro plantas y sus emisiones se comparan con las de 64.000 automóviles.
Si no hay grandes cambios, el Consejo Internacional de Transporte Limpio advierte que el transporte marítimo podría ser responsable del 17 por ciento de las emisiones de CO2 para 2050, en comparación con el 2 o 3 por ciento actual.
Pero el transporte marítimo no está incluido en el acuerdo de París y las tecnologías de baterías no han evolucionado lo suficiente para permitir largas travesías oceánicas, según la Organización Marítima Internacional, que prevé dar a conocer en abril una primera serie de pautas para reducir los gases de invernadero.
“La tecnología de baterías simplemente no es competitiva y aún exige una importante evolución en términos de desempeño y reducción de costos antes de que pueda ser preferible a las opciones de combustibles sintéticos”, dijo en un informe de diciembre Lloyd’s Register Group, una sociedad de clasificación marítima fundada en el siglo XVIII.