A propósito de nuevos aeropuertos, el de Estambul tiene un lío económico y técnico

El consorcio que se formó para construir y operar el aeropuerto más grande del mundo en Estambul ya enfrentaba suficientes problemas desde antes de que Ahmet Arslan comenzara a hablar de insolvencia.

En una entrevista televisiva este lunes por la noche, el ministro de Transporte,Ahmet Arslan, confirmó que el gobierno estaba analizando otorgar al consorcio un plazo no especificado antes de exigirle que comience a pagar un alquiler que se fijó en más de mil millones de dólares anuales durante 25 años; no obstante declaró:

“No estamos en posición de decir ‘dejemos que construyan y dejemos que vayan a la quiebra (…) Lo importante es que la situación siga siendo manejable protegiendo a la vez los derechos y los intereses de la población”.

Lo que hace interesante esa referencia, no solicitada sobre la insolvencia, es que hasta ahora no se había mencionado con respecto al consorcio IGA, que está conformado por empresas consideradas afines al presidente Recep Tayyip Erdogan.

Otras corporaciones turcas enfrentan cada vez más dificultades financieras como consecuencia de la deuda en moneda extranjera, e importantes compañías turcas, como el propietario de Godiva, han solicitado públicamente una reestructuración.

La deuda externa corporativa en Turquía equivale a un 40 por ciento de la producción económica.

Más allá de la cuestión financiera, el proyecto plantea numerosos problemas, siendo el más importante transformar una zona de pantanos más grande queManhattan en una serie de edificios y pistas aptos para manejar no menos de 200 millones de pasajeros al año. La apertura del nuevo aeropuerto está prevista para octubre.

Erdogan promociona el aeropuerto como un proyecto de flujo de trabajo y un logro que corona sus 16 años en el poder. Ha afirmado que la posibilidad de que Turquía albergara el aeropuerto más grande del mundo molestó tanto a las potencias extranjeras, pues culpa a éstas de haber impulsado las protestas en el Parque Taksim Gezi de 2013 en Estambul -el cuestionamiento popular más grande a su gobierno- para malograr el proyecto.

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