LA DERROTA DEL FUTBOL


La verdad yo tenía esperanzas en el campeonato mundial de futbol. Creí, por momentos, en su incomparable capacidad magnética para atraer la atención de todo mundo, y dejar por un rato la polémica interminable de los candidatos, las candidaturas, la violencia, los muertos electorales y las sombras ominosas en el panorama de los próximos años.

Pero no fue así. Apenas alguien analiza con pasmada admiración la maravilla alemana del último instante, cuando Toni Kroos embrujó la pelota y congeló el casquete polar y los sueños de Suecia, cuando otro de los comensales pregunta con innecesaria inoportunidad:

—¿Y de veras va a ganar El Peje?

Dentro de una semana estaremos con el nombre del ganador en la boca y la conciencia. Cada quien sabrá si contribuyó con su voto al resultado y gane quien gane ya se habrán terminado las especulaciones. Quizá sea el tiempo de las reclamaciones pero mejor sería pensar en la pacificación, al menos en el terreno de la disputa electoral.

Las campañas descalificadoras, los adjetivos de uno y otro bandos, la polarización, el exceso de insultos, las injurias y las amenazas han sido la parte menos grave de todo este largo proceso. Lo peor han sido los crímenes políticos. Más de cien asesinados por causa de su militancia y la preeminencia del crimen organizado en la decisión de candidatos.

Y ocurren cosas de pena ajena, como ese mensaje de la candidata de Morena, Lily Téllez quien se lamenta por alguien cuya vida fue segada por haber pertenecido al PRI. No es de extrañarse de esta limitada mujer. Pero con esa categoría de personas quiere Morena sembrar el futuro de México. Y hay peores.

Hoy al parecer nos estamos asomando al preámbulo de otros problemas quizá mayores. La inconformidad ante los resultados es quizá el mayor de ellos.

El manejo constante de encuestas ha construido una expectativa infalible cuya uniformidad ya nos permitiría prescindir de las urnas y dejar todo en las manos de los inspirados demóscopos cuya dudosa especialidad ha sustituido, para fines diversos, el molesto conteo de los votos.

Con muestras de mil o mil quinientas personas, ya sea visitadas o consultadas por teléfono, los ejércitos de los encuestadores ya sembraron una percepción arraigada a lo largo de los meses, la cual será un denso contrapeso en caso de una sorpresa al estilo costarricense o colombiano, por mencionar casos recientes.

Por otra parte, y frente a esa posibilidad, el candidato de Morena ya soltó hace meses su advertencia: si sacan al tigre de la jaula, yo no voy a meterlo de nuevo. Lo dejaré libre por las calles. Cebado y hambriento, sin un plantón capitalino para canalizar y controlar la protesta de los seguidores quienes ya se ven disfrutando las mieles de la victoria.

Por una parte hay cautela y por la otra un exagerado triunfalismo.

Hace unos días un importante miembro del equipo de Andrés me soltó sin necesidad de hacerlo un contundente, ahora si ya acabó; le vamos a dar la vuelta a todo este país.

Y en sus palabras yo no entendí una definición política sino una amenaza.

Pero si no se ha soltado el tigre sí se han derramado, como naranjas fuera de un cesto, las serpientes de la insidia y el rumor.

—Antes de septiembre Ricardo Anaya estará sometido a proceso. La PGR le va a caer encima en cuanto termine el proceso electoral.

—¿Y si gana?

—Sólo así se podrá salvar.

En cada esquina hay un arúspice y en cada mesa de café un experto en asuntos políticos. Lo mismo quienes anticipan riesgos por la forma tan desaseada como el Tribunal ablandó los votos en la papeleta abriendo la puerta para todo tipo de confusiones involuntarias o francas querellas interesadas por los tiquismiquis del crayón y sus rayones.

Para el siguiente lunes ya habremos digerido la realidad actual del equipo mexicano; pero no será posible dedicarle el día a ninguna otra actividad como no sea ir a votar. Hace unos años un movimiento esnob y desvertebrado clamaba por el verdadero voto inútil: anula tu voto decían los bien portados de aquel tiempo.

Hoy el voto no se anula ni poniendo dibujitos en la boleta. Pasamos de la anulación a la revancha; el castigo o la manifestación antisistémica (y falsamente antisistema), por lo cual los analistas ya son piezas en el museo de la pedantería política.

—¿Cuantos de sus defensores y promotores, especialmente las exhibicionistas marisabidillas de siempre, estaban antes por aquella opción y ahora promueven “la única opción”? Casi todas.

Ahora, a unos cuantos días de comenzar el ridículamente llamado periodo de reflexión, cuya maravilla consiste en el milagroso y anhelado silencio de la colmena electorera, se insiste en buscar el voto informado, el voto responsable y se llenan los mensajes de presagios negros.

Quienes ya tenemos el voto decidido, estamos en las manos de quienes dicen no saber todavía su preferencia. Y quien a estas alturas no conozca su convicción, ni la sabrá tampoco a la hora de votar. Lo hará por latida, por sugestión, por influencia, pero no por razonamiento.

En la “democracia” muy pocos piensan, pero muchos imitan.

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