Hace mucho tiempo, cuando Andrés Manuel tomó el Zócalo y Reforma como protesta por un jamás confirmado fraude electoral y con cualquier motivo y aun sin haberlo, encendía la plaza con la oratoria de sus “asambleas informativas”, en las cuales se mezclaban el púlpito y la tribuna; la arenga y el sermón, esta columna comparó su comportamiento con el de algunas especies marinas.
Dije en esos años; Andrés es un tiburón de aguas abiertas y profundas; imposible meterlo como si fuera una carpa dorada de ondulante aleteo, en los acuarios de las especies cautivas. La institucionalidad le queda chica; lo suyo es la pelea en la trinchera feroz.
Y al parecer esa comparación, así la pecera sea la casa presidencial, no ha variado en lo sustancial: Andrés Manuel sigue siendo un político de pelea constante.
Su actitud frente a un asunto partidario electoral, demuestra su confusión: la multa a Morena no es un asunto de Estado. Su futura investidura, sí.
Muchos años luchó para conseguir lo ahora logrado: ser Jefe de Estado. Pero quizá todos se han dado cuenta menos él. Ha reaccionado como un indignado jefe de partido, acusando a diestra y siniestra —y con errores graves— a los consejeros del Instituto Nacional Electoral de ser “conservadores” reacios a comprender el mandato popular por un cambio verdadero en el país, impulsados por los respaldos de partidos políticos quienes los colocaron en las posiciones desde donde ahora atacan injusta y vilmente a Morena y ponen en duda lo más sagrado de la política contemporánea: su honestidad.
Y se ha equivocado, no sólo en su diagnóstico (ante el cual se muestra infalible e inflexible), sino hasta en la identificación política de sus adversarios.
En la pluviosa conferencia de prensa del viernes por la noche, el futuro presidente señaló sin mencionar su nombre a Ciro Murayama a quien aludió como el “de fiscalización” y de quien refirió una actitud cómplice en la consagración del fraude de 2006, cuando Murayama ni siquiera era Consejero del entonces IFE.
Ciro Murayama, para poner las cosas un poco en claro, ha sido (datos del INE), “coordinador ejecutivo de investigación en el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República (2013-2014). Fue asesor del consejero presidente del Instituto Federal Electoral, José Woldenberg, de 1999 a 2003 y miembro del Comité Técnico del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) de los procesos electorales federales 2008-2009 y 2011-2012”.
Con ese currículo imposible avalar un fraude en 2006.
En su conferencia, con una cobertura casi plena por parte de los medios, como si se tratara de una de las repudiadas “cadenas nacionales” de épocas anteriores, el candidato ganador dijo así:
“…De modo que los consejeros del INE (sitio oficial AMLO) se pasaron, se extralimitaron y vamos a acudir al Tribunal Electoral, están actuando así, porque no aceptan la nueva realidad, así actúan los conservadores que no quieren que las cosas cambien en el país, pero ya el pueblo de México decidió que se dé un cambio verdadero y eso es lo que vamos a llevar a la práctica”, sostuvo.
“Mencionó que los consejeros del organismo electoral los nombró (nombraron) el PRI, el PAN y el PRD, el de fiscalización del Consejo firmó en el 2006 para avalar el fraude electoral, es el mismo que emite la recomendación de multa a MORENA, entonces sí existen elementos para sostener que actúan de manera facciosa, de mala fe, desde luego tiene todo el derecho (¿?) de actuar así.
“Mencionó que se tiene que comprender que siempre utilizará el derecho de réplica, no es autoritarismo, en la democracia hay discrepancia, y que no se ofendan, se aclarará todo, de manera respetuosa, habrá debate abierto con los del pensamiento conservador y con los de la prensa fifí.
“Aseguró que seguirá apoyando a los damnificados, pese a que el INE canceló la cuenta, es decir, congeló los recursos y hay apoyos para 8 mil damnificados, además se recaudó (recaudaron) 85 millones de pesos y el compromiso es que se reúnan 103 millones de pesos, se quiere cumplir con el compromiso antes del 19 de septiembre que se tendrán un año de estos hechos lamentables.
“Indicó que se apoyará a los damnificados de los sismos también en la Presidencia de la República, porque se hizo el compromiso de apoyar a damnificados en serio.
“Comentó que el INE, Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria tienen los documentos del Fideicomiso y de quiénes son los beneficiados.
“Agregó que hay 50 cajas con todos los respaldos de damnificado por damnificado que recibió el apoyo y toda la información del banco, se hicieron auditorías a la cuenta, actuaron de mala fe, pensando que se iba a quedar callado”.
“En un vídeo publicado en su cuenta de Facebook, López Obrador indicó que el INE de manera infamante, sin rigor, sin seriedad, sin legalidad, porque no les corresponde, han hecho todo un escándalo sobre el tema”.
Por lo pronto el escándalo se ha incrementado con la intervención del futuro presidente quien de paso se lleva de corbata la asistencia a la reunión de la Alianza del Pacífico, porque todavía no le entregan la constancia de mayoría y la consecuente declaratoria de presidente electo, lo cual no obsta para sostener reuniones prácticamente de Estado (o al menos oficiales y de trabajo), con políticos de Washington (como ocurrió recientemente) o de Canadá como sucederá dentro de poco tiempo.
Como sea, esta negativa a acompañar a Peña Nieto a la reunión costera en un foro internacional, más parece consecuencia de la rabia por la multa “draconiana”, y señal del fin de la concordia iniciada 48 horas después de terminadas las elecciones en aquella inolvidable caminata por los encerados pasillos del Palacio Nacional.
El hecho en sustancia es cierto: Andrés Manuel no es todavía un presidente ni electo ni legítimo. Lo será muy pronto, por ahora ha preferido el comportamiento defensivo de un líder de movimiento triunfante, en el cual se siente a gusto, cómodo en la ironía, presto al dardo verbal contra los conservadores y la prensa fifí.
Es su hábitat, su escenario. La cabra tira al monte, dicen los rancheros, con todo respeto.
Pero pronto deberá declinar esas formas. Si se es Jefe de Estado; se es de todo el Estado (territorio, población, instituciones), no nada más de la parte favorable a sus proyectos, por los cuales, entre otros temores sociales, hoy media burocracia se come las uñas nerviosa por la disminución del salario o la pérdida del empleo.
La “Luna de Miel” no dio tiempo ni para consumar el matrimonio.
Por otra parte hay una evidencia: el fideicomiso para apoyar desde un partido político es una sofisticada forma (sofisticado viene de sofisma), de asegurar votos, de hacer clientela electoral.
En la política todo se comprende y todo se necesita. Lo único imperdonable es la ingenuidad. O jugar como ingenuo.
Por eso el argumento de una inocua y generosa, casi caritativa y piadosa repartición de dinero sin esperar nada a cambio, es un camelo increíble hasta para un niño de cuatro años. Una patraña insostenible.
En estas condiciones las publicaciones de Roldán Figueroa, coordinador de “Yoo Beñé” aparecen tan falsas como un Wonderbra en el pecho de una impúber.
—¿De veras alguien se puede creer la espontánea invasión de las redes así coordinadas para olvidarse del efecto de la dádiva en el alma del necesitado? Cuando cae “la lana”, no se necesita pedir nada: los gratificados se entregan solitos, porque siempre esperan más.
Por eso surgen simultáneamente esas aclaraciones a lo dicho en la conferencia bajo la lluvia:
“…López Obrador aseguró que ‘no hay desvío de recursos, no se utilizó el dinero para pedirles que votaran por Morena’, añadió que en su partido ‘no lo acostumbramos, tenemos principios:
‘Nunca en nuestra historia publica política, hemos entregado despensas o migajas a cambio de votos. No somos iguales que otros, somos distinto’ puntualizó”.
En este caso —el del oportuno fideicomiso para apoyar damnificados del sismo políticamente más rentable en la historia de la ciudad—, se trata de dinero en efectivo, no de despensas, ni frijoles con gorgojo.
—¿O quienes se formaban en carrusel para meter y sacar dinero, entregaban bendiciones?