REDACCIÓN
Desde el primer día, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha impuesto su voluntad en las conversaciones para revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Pero si bien su administración intenta alcanzar un acuerdo, no está claro que corra con toda la ventaja.
Las reiteradas amenazas de Trump de retirarse del pacto han mantenido impacientes a México y Canadá. El mandatario estadounidense todavía puede utilizar la amenaza de retiro para hacer que se apruebe un acuerdo en el Congreso.
Sin embargo, Canadá sí tiene cierto poder, ya que debe decidir si se une a un acuerdo tentativo de Estados Unidos con México. Mientras tanto, cualquier acuerdo que firme Trump requiere la aprobación del Congreso estadounidense, y los demócratas son los favoritos para tomar el control de la Cámara en noviembre, lo que hace que una aprobación esté lejos de ser una certeza.
Te mostramos cuatro maneras de pensar acerca de la dinámica de poder en la renegociación del pacto comercial.
1. Trump tiene todo el poder
En primer lugar, el presidente de Estados Unidos es la razón por la cual están realizándose las negociaciones. Exigió que se volviera a redactar el pacto y marcó la pauta con una serie de propuestas diseñadas para reducir el déficit comercial estadounidense, especialmente el gran déficit con México.
Cuando las conversaciones se estancaron a principios de este año, la administración de Trump empleó la clásica estrategia de “divide y vencerás”, centrándose en las conversaciones con México y dejando a Canadá al margen. El resultado fue un acuerdo preliminar con el Gobierno mexicano.
EU está tratando de convencer a Canadá de que se una, manteniendo intacta la estructura tripartita del TLCAN, pero el mandatario estadounidense ha dejado en claro que firmará un acuerdo sólo con México si es necesario, y ha amenazado con aplicar aranceles a los automóviles fabricados en Canadá si no se logra un acuerdo.
El tiempo corre: Trump avisó al Congreso de su país que firmará un nuevo acuerdo comercial con México, y Canadá sólo “si está dispuesta”,a fines de noviembre, y sus funcionarios tienen que presentar el texto del acuerdo a los legisladores estadounidenses a fines de este mes.
2. Canadá sí está dispuesta
Es posible que Canadá sea el ‘David’ de un EU que es ‘Goliat’, pero ha demostrado ser un negociador tenaz en el pasado, y se mantiene firme respecto del TLCAN.
Estados Unidos dio a conocer que quería llegar a un acuerdo antes del 31 de agosto, de manera que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, pudiera firmar el tratado antes de que su sucesor, Andrés Manuel López Obrador, asuma el cargo el 1 de diciembre, aislando así al nuevo mandatario de los riesgos políticos de un nuevo acuerdo comercial.
Pero Trudeau aceptó el desafío de Trump, y las negociaciones con Canadá continúan.
Una ventaja clave para el primer ministro canadiense: los cálculos en las nuevas normas automotrices pueden depender de la inclusión de Canadá. La propuesta de EU y México exige que al menos un 40 por ciento de los automóviles de la zona comercial sean fabricados por trabajadores que ganan 16 dólares por hora.
Incorporar a los trabajadores canadienses del sector automotor, que son relativamente bien remunerados, haría mucho más fácil cumplir con esa exigencia. El plan de Trump podría ser atraer plantas automotrices de Canadá a Estados Unidos, pero por ahora, los fabricantes de automóviles y los sindicatos están presionando para que Canadá sea incluido en el pacto.
3. El Congreso tiene el voto final
El representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, expresó su optimismo respecto de que el acuerdo que está negociando pueda ganar un amplio respaldo en el Congreso.
Sin duda, hay algunos aspectos del nuevo acuerdo que los demócratas pueden considerar una victoria, incluida la primera provisión de salario mínimo en un acuerdo comercial de EU. Los republicanos pueden decir que salvaron el TLCAN del basurero de la historia.
4. Pero, ¿qué hay de México?
A pesar de que México aceptó un nuevo acuerdo con Estados Unidos, sigue siendo sólo un “acuerdo preliminar en principio” y el Gobierno mexicano podría irse fácilmente.
López Obrador ha señalado que su administración gobernará de forma pragmática.