Trump amenaza con dividir a los fabricantes de smartphones

REDACCIÓN

Durante una conferencia de resultados en mayo, el CEO de Apple, Tim Cook, dijo que no estaba preocupado por la guerra comercial del presidente Donald Trump con China. Argumentó que las dos superpotencias estaban demasiado interrelacionadas para que una de las dos intentara dañar seriamente a la otra. “China solo gana si EU gana, y EU solo gana si China gana”, dijo. “Y el mundo solo gana si China y EU ganan”.

Después de que el mercado cerrara el 2 de enero, Cook tuvo un mensaje diferente. Por primera vez en 15 años, Apple recortó sus proyecciones de ingresos. El CEO explicó que las políticas comerciales de Trump habían afectado la demanda de iPhones en China.

Si hubo una lección para los inversores de Apple, fue una que sus homólogos en China ya saben: no hay escapatoria a la geopolítica. Huawei y ZTE, los grandes fabricantes chinos de teléfonos y equipos, han estado bajo una intensa presión por parte de la administración de Trump, que busca limitar el control de China de las redes inalámbricas 5G. El dominio chino sobre una nueva tecnología tan vital representa un riesgo potencial para la seguridad, al menos según las agencias de inteligencia de EU.

Los funcionarios chinos y estadounidenses se reunieron para discutir la política comercial el 7 de enero, las primeras conversaciones cara a cara desde el 1 de diciembre, cuando Trump y el presidente chino, Xi Jinping, se reunieron en Argentina para abordar la creciente tensión. Ese mismo día, oficiales canadienses, a instancias de EU, detuvieron en Vancouver a Meng Wanzhou, la CFO de Huawei. EU acusa a Meng de fraude en relación con supuestas violaciones de sanciones que prohíben hacer negocios con Irán. Meng niega el cargo, y actualmente está en libertad bajo fianza, a la espera de una solicitud formal de extradición.

Todavía no está claro cómo se resolverá la disputa diplomática entre EU, Canadá y China, o qué relación podría tener sobre la salud a largo plazo de Huawei o la demanda de productos de Apple en China. Pero para una vista previa de las dinámicas de poder que están afectando a la industria tecnológica global, vale la pena observar el caso de ZTE, que evitó por poco ser una víctima de la guerra. En abril de 2018, el Departamento de Comercio de EU anunció que la firma no había cumplido con un acuerdo relacionado con sus propias violaciones por Irán. El castigo de la administración Trump: una prohibición de siete años para trabajar con proveedores de EU.

Las consecuencias de la prohibición no fueron claras al principio, incluso para algunos en ZTE. “Mi reacción inicial fue ‘¿Y qué?’”, señala un empleado de Shenzhen que habló con Bloomberg Businessweek bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a hablar en público. “La mayoría de los equipos estaban destinados a los mercados de China y Asia Central. Pero entonces algunas líneas de producción dejaron de funcionar y muchos trabajadores comenzaron a hacer preguntas. Ese es el momento en que me di cuenta de que la compañía estaba condenada”.

ZTE, como todos los principales fabricantes de telecomunicaciones, fabrica teléfonos y equipos en China, pero depende en gran medida de proveedores estadounidenses de componentes. Sin estos, ZTE inmediatamente comenzó a cerrar fábricas.

Y luego, repentinamente, el presidente Trump cambió de rumbo, y tuiteó el 13 de mayo que había llegado a un acuerdo con Xi Jinping para salvar a ZTE. “Se perdieron demasiados empleos en China”, escribió en un tuit. ZTE se había salvado, pero el mensaje era claro: Trump tiene el poder de paralizar o incluso matar a las mayores empresas de telecomunicaciones de China.

Cuando se concretó un acuerdo con el gobierno de EU en junio, ZTE acordó pagar una multa de 1.4 mil millones de dólares y reemplazar a sus principales ejecutivos. Como consecuencia, la compañía redujo sus operaciones de móviles y vendió cientos de millones de dólares en bienes raíces.

Para los líderes políticos de China, el episodio ZTE sirvió de inspiración para reducir la dependencia del país en la industria tecnológica de EU. En abril, según Xinhua, Xi Jinping pronunció un discurso argumentando que “las tecnologías centrales son instrumentos importantes del Estado”. La implicación es que China debería fabricar los chips que liberarían a sus tecnológicas de los proveedores de EU. Desde entonces, Huawei ha dado varios anuncios sobre el progreso de nuevos chips que competirían con fabricantes de EU, como Intel, Nvidia y Qualcomm.

Las tensiones se mantuvieron a fuego lento durante meses, ya que varios aliados de EU indicaron que no trabajarían con Huawei o ZTE en 5G. Luego vino el arresto de Meng Wanzhou.

Los funcionarios estadounidenses dijeron a reporteros que el gobierno de Trump no había sabido ni dirigido el arresto. Pero el propio presidente señaló a Reuters el 11 de diciembre que veía a Meng Wanzhou como una posible fuente de influencia en las negociaciones comerciales.

No en vano, los chinos estaban indignados. Las autoridades detuvieron rápidamente a dos canadienses en lo que se consideraba una medida de represalia. Y un editorial publicado en Global Times, de propiedad estatal, argumentó que el arresto de Meng Wanzhou había sido parte de la “estrategia de contención de la administración de Trump destinada a frenar el desarrollo económico de China”. Predecía que otras empresas pronto serían seleccionadas para el castigo político.

Las compañías chinas siguen siendo vulnerables, ya que están lejos de ser verdaderamente independientes de la tecnología occidental, dice James Lewis, un experto en seguridad cibernética del Departamento de Estado de EU ahora afiliado al Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) con sede en Washington. Pero duda que China permita que EU saque a sus compañías del negocio y dice que los intentos de hacerlo podrían perjudicar los intereses estadounidenses a largo plazo. Ya hay indicios de una reacción contra la tecnología estadounidense en China. Después del arresto de Meng Wanzhou, algunas firmas chinas ofrecieron incentivos financieros a los empleados que eligieron productos de Huawei sobre Apple.

En una señal de que Huawei no tiene muchas esperanzas de reparar su imagen en EU, la empresa en su mayoría ha abandonado sus esfuerzos de cabildeo en Washington. ZTE ha tomado el enfoque opuesto: gastó más en cabildeo en 2018 que en los tres años anteriores combinados.

El 2 de enero, Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts y aspirante a la candidatura presidencial demócrata, criticó a ZTE por sus conexiones con el gobierno chino.

Como sugieren sus comentarios, muchos políticos estadounidenses ya se han decidido ante las compañías tecnológicas de China. En una audiencia en el Congreso en mayo, la Representante Anna Eshoo, demócrata de California, le preguntó a Samm Sacks, miembro principal del CSIS, cuánto costaría eliminar el equipo chino de las telecomunicaciones de EU.

“El desafío es que queremos tener un sistema en el que no dependamos de ellos para nada”.

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