REDACCIÓN
Convertida hoy en un referente indiscutible del mejor cine nacional y mundial, la Cineteca Nacional celebra 45 años este 17 de enero. Su historia, sin embargo, incluye un episodio trágico.
En 1982, las instalaciones del recinto —que había abierto sus puertas en enero de 1974— se encontraban al sur de la Ciudad de México, en los Estudios Churubusco, también actual sede del Centro Nacional de las Artes. Por entonces el espacio incluía tres salas y una gran área de bóvedas donde se preservaba el acervo.
La tarde del 24 de marzo de ese año, mientras se exhibía la cinta La tierra de la gran promesa, del realizador polaco Andrzej Wajda, el olor a humo alertó a algunos testigos. Las llamas no tardaron en extenderse y se registró una explosión en una de las bóvedas donde había cintas a base de nitrato de celulosa.
Tras 16 horas de arder, el fuego logró ser sofocado, pero el daño ya era irreparable. El incendio ocasionó la pérdida de seis mil 506 películas (se estima que era el equivalente al 99 por ciento del archivo nacional y extranjero a cargo de la institución), nueve mil 275 libros y revistas y cerca de dos mil 300 guiones. Además, se tuvieron que abandonar las actividades en ese edificio de forma permanente.
¿Los culpables?
El peritaje de la Procuraduría General de la República determinó que “no fue posible llegar a mayores determinaciones concluyente por la falta de indicios”.
La versión oficial del gobierno indica que el incidente fue producto del estallido de una parrilla en el restaurante Wing’s, ubicado en esa zona. De la Dirección General de Policía y Tránsito surgió otra hipótesis: el siniestro habría sido provocado por la explosión de 15 litros de nitrato de plata, que era usado para la conservación de las películas. Hubo incluso quienes de forma extraoficial sugirieron un atentado con bomba. Sin embargo, ninguna de las versiones pudo ser confirmada.
En el documental Los rollos perdidos (2012), dirigido por Gibrán Bazán, el crítico y académico Jorge Ayala Blanco señala a Fernando del Moral González, especialista en rescate y preservación de películas históricas, como responsable de la tragedia.
Según cuenta Blanco, detrás de la pantalla de la Sala Fernando de Fuentes, Del Moral tenía un clóset de madera donde resguardaba las películas más valiosas, en un afán de tener la primicia para verlas y analizarlas.
“Días anteriores al incendio —cuenta Ayala—, llegaron
[…] materiales de nitrato. Para que haya una explosión de una lata se necesita sobre todo convertirlo en algo cercano a la explosión desde un punto de vista físico-químico, no es más que un movimiento acelerado de moléculas. Los rollos habían llegado en camiones; o sea, se agitaron durante el transporte por tierra. Esos materiales ya venían agitados y necesitaban una mayor aceleración de las moléculas, porque exactamente en el momento de mayor acción es cuando estallan, y aquí fue por el ruido, el cual también agita. Y salió una lengüeta de fuego y después varias explosiones más de las latas, y en ese momento se inició el incendio”.