REDACCIÓN
La congregación anual de las élites globales, el Foro Económico Mundial, comienza este martes en Davos, Suiza. Personalidades del mundo tecnológico como Sheryl Sandberg de Facebook, Dara Khosrowshahi de Uber y Marc Benioff de Salesforce.com acudirán, y estarán en el centro de la conversación, pero tal vez no en la forma en que podría esperarse.
En el foro del año pasado en los Alpes suizos, los líderes tecnológicos estaban comenzando su gira de arrepentimiento y obtenían una recepción cautelosa. “Los gobiernos, los líderes empresariales y el público en general están empezando a ver el poder y la influencia de Silicon Valley con precaución y suspicacia”, escribimos en ese momento.
En un discurso en la conferencia, George Soros comparó las principales plataformas de internet con las compañías de juegos de azar y las acusó de “fomentar deliberadamente la adicción a los servicios que brindan”. Esos comentarios, más tarde, provocaron que Sandberg iniciara una investigación controversial sobre si el famoso financiero estaba tomando una posición en el mercado frente a la red social.
Pero este año los problemas tecnológicos serán eclipsados por los del mundo. Líderes políticos y empresariales se reunirán a la sombra del creciente nacionalismo, el estancamiento político en Estados Unidos y el Reino Unido y la fractura de viejos acuerdos comerciales internacionales.
Esas fuerzas han creado un nuevo entorno empresarial desordenado por el que las empresas de tecnología están navegando primero. “La fase de globalización ha terminado, al menos por lo que sabemos”, aseguró la semana pasada el director de Microsoft, Satya Nadella, otro delegado en Davos, en una reunión con periodistas en el campus de Redmond, Washington, de Microsoft: “Este nacionalismo económico, o como quiera llamarlo, no es una fase transitoria”, dijo. “Está hecho”.
Nadella habló en el tono disciplinado que podemos esperar escuchar de muchos jefes de tecnología esta semana en Davos. Dijo que las empresas de tecnología deben abandonar la mentalidad colonial de operar en una región, obtener ganancias y no dar nada a cambio. Una empresa como Microsoft será rechazada “a menos que (realmente) estemos agregando superávit económico en cualquier país (en el que) operemos”.
Como en consonancia con esa idea, Microsoft comprometió 500 millones de dólares para viviendas asequibles en el área de Seattle. Como señaló The Upshot, la empresa privada está interviniendo para realizar una función (y “ayudar a solucionar una falla del mercado”) que anteriormente era responsabilidad del gobierno. No está claro cuáles serán las consecuencias de ese acuerdo.
Pero esa es la nueva realidad que podemos esperar ver en Davos esta semana, en medio de toda esta disfunción nacional e internacional. El año pasado fue el momento adecuado para responsabilizar a los líderes del mundo tecnológico por sus faltas. Ahora, podríamos necesitarlos para ayudarnos a arreglar el nuestro.
-F-