Orquesta de Bellas Artes abre temporada con una joya para violín de Leonard Bernstein

REDACCIÓN

Inaugurar la temporada de conciertos de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA) con Serenata para violín, arpa y percusión, del director de orquesta, compositor, pianista y difusor de la música Leonard Bernstein, resulta simbólico.

Considerada por el pianista y compositor Marc Blitzstein como la mejor composición de Bernstein, la serenata es un ejemplo de diversidad sonora, signo distintivo de la programación de la OCBA. Bajo la dirección de José Luis Castillo, la agrupación abordará desde obras del barroco temprano hasta el repertorio contemporáneo.

Serenata para violín, arpa y percusión llevará como solista a Shari Mason, concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta Sinfónica de Minería. En el concierto del próximo domingo 3 de febrero a las 17:00 horas en el Palacio de Bellas Artes, la OCBA tocará también las obras Sospiri, op. 70, de Edward Elgar, y Ballet Carmen, para cuerdas y percusión, de Rodion Shchedrin.

Shari Mason dice en entrevista con MILENIO que la serenata “es una obra que no se toca mucho, por lo menos en México. Bernstein la escribió cuando volvió a leer El banquete, también conocido como El simposio, de Platón que, en términos generales, habla de amor de acuerdo con las opiniones de cada uno de los participantes en el diálogo”.

La violinista comenta con pasión que “cada uno de los movimientos de la serenata se basa en cinco uno de los personajes de la obra de Platón, pero además la pieza se puede ver como un retrato, una autobiografía del propio Bernstein. Como que cada movimiento te describe la personalidad del compositor”.

Mason refiere que el primero “empieza con una melodía muy lírica, muy simple. Es grandioso, muy noble, mientras que el segundo es algo más infantil, casi ingenuo y, el tercero, totalmente exótico, pero con mucho humor, extravagante”.

El poder del amor

El cuarto movimiento, agrega la concertino, “representa la parte del diálogo en la que habla del poder del amor. Para mí, musicalmente este movimiento es el que tiene el contenido más profundo: es bellísimo y muy tierno, y tiene una parte intermedia con muchísima fuerza, mucho drama. Y termina, de igual manera que empieza: suave, tierno, te abraza. Va de lo más piano a lo más forte. Te dice mucho de la obra de Platón y mucho de la personalidad del compositor”.

Con la mirada perdida, como si se envolviera en la música, Shari Masonindica que quinto movimiento “empieza muy dramático, pues es trágico, histriónico, y luego lo desarrolla con la orquesta. Después hay un diálogo de mucha intensidad entre el solo y el primer chelo que se diluye en una conversación entre el quinteto de cuerdas, con armonías con muchísimas disonancias y una armonía muy complicada, densa, sin embargo, en un matiz muy piano“.

A la violinista se le ilumina el rostro al concluir que “esta transición da paso a otra faceta de Bernstein: empieza una parte jazzeada que, en la obra de Platón, es cuando llegan los borrachos y empiezan a deshacer la fiesta o, más bien, a hacer la fiesta. Esa parte es la que representa el final de la obra”.

A juicio de Mason, esta parte jazzeada, en la que se acerca también a la música popular, le sale muy bien a Bernstein “por sus lazos con el mundo del espectáculo, de Hollywood, de la comedia musical y las películas. Es otra faceta de este gran artista. Además, la obra, que Bernstein consideraba como una de las mejores que compuso, fue escrita para uno de los grandes violinistas que han existido: Isaac Stern”.

-M-

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