REDACCIÓN
Un guatemalteco de 16 años falleció el lunes luego de haber estado detenido por los agentes fronterizos de Estados Unidos durante seis días, el doble de tiempo de lo que la ley federal generalmente permite, y tras ser transferido a otro centro de detención incluso cuando le habían diagnosticado influenza.
El adolescente, identificado por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza(CBP, por sus siglas en inglés) como Carlos Gregorio Hernández Vázquez, es el quinto menor migrante de Guatemala que muere desde diciembre después de ser detenido por los agentes fronterizos.
Activistas exigieron que el gobierno del presidente Donald Trump actúe para salvaguardar las vidas de los menores que están detenidos en una época en que hay un aumento en los cruces fronterizos y la Patrulla Fronteriza mantiene detenidas a miles de familias en instalaciones, campamentos y espacios al aire libre sobrepoblados.
“Todos deberíamos estar indignados y exigir que aquellos que fueron responsables de su bienestar rindan cuentas”, dijo Efrén Olivares, abogado del Texas Civil Rights Project, un organismo activista.
“Si fueran niños blancos los que estuvieran muriendo a este ritmo, la gente estaría alarmada”, comentó. “Vemos este desprecio insensible para los niños morenos y de habla hispana”.
John Sanders, el comisionado interino de la CBP, dijo en un comunicado que su agencia “lamentaba la trágica pérdida de este joven y enviamos nuestras condolencias a su familia”.
“La CBP está comprometida con la salud, seguridad y trato humano de aquellas personas bajo nuestra custodia”, comentó Sanders.
Los agentes de la Patrulla Fronteriza dijeron que Hernández Vázquez fue detenido en el Valle del Río Grande el 13 de mayo tras cruzar la frontera de manera ilegal. Fue llevado a un centro de procesamiento de la agencia ubicado en McAllen, Texas, que anteriormente servía como almacén y donde cientos de adultos y niños están detenidos en grandes corrales cercados y duermen sobre colchonetas.
La ley federal y las directrices de la CBP generalmente requieren que los jóvenes que viajan sin compañía de un adulto sean transferidos a una instalación operada por el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) en un lapso de 72 horas.
Un funcionario de la CBP, que pidió guardar el anonimato para poder hablar con los reporteros, dijo que Hernández Vázquez esperaba ser puesto bajo custodia del HHS el jueves, tres días después de su detención.
Al momento de su muerte, se suponía que el guatemalteco iba a ser enviado a la Casa Padre de la organización activista Southwest Key, una instalación con capacidad para mil 400 personas dentro de un viejo Walmart de Brownsville, Texas, señaló el funcionario.
Mark Weber, portavoz del HHS, no indicó la razón por la que el adolescente no fue transferido antes, pero señaló que una “minoría de casos que superaron las 72 horas generalmente han involucrado circunstancias excepcionales”.
La CBP indicó que Hernández Vázquez les dijo a las autoridades el domingo por la mañana que se sentía mal y una enfermera le diagnosticó influenza.
Le recetaron el medicamento Tamiflu y posteriormente lo llevaron a la estación de la Patrulla Fronteriza en Weslaco, Texas, para evitar que su gripe se propagara a otros detenidos.
No fue hospitalizado, de acuerdo con el funcionario de la agencia. Añadió que las instalaciones de la CBP tienen proveedores de servicios médicos que pueden supervisar a los detenidos, aunque el funcionario no sabe cuáles eran los síntomas específicos de Hernández Vázquez.
El guatemalteco había sido revisado por última vez una hora antes de que fuera hallado inconsciente. El FBI investiga el caso, así como la policía local y el inspector general del Departamento de Seguridad Nacional.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala informó que el adolescente era de Baja Verapaz, al norte de la Ciudad de Guatemala, y pretendía reunirse con su familia en Estados Unidos.
El gobierno estadounidense está bajo los reflectores desde hace meses por la atención que ofrece a los menores que detiene en la frontera. Un niño de dos años murió la semana pasada mientras estaba detenido por la agencia. La CBP dijo que llevó al niño a un hospital el mismo día que su madre les informó que estaba enfermo, y estuvo hospitalizado por varias semanas.
El 30 de abril, un guatemalteco de 16 años falleció luego que funcionarios en un centro de detención del Departamento de Salud notaron que estaba enfermo. Estuvo hospitalizado en terapia intensiva por varios días.
Después de los decesos de dos niños de 7 y 8 años en diciembre, el Departamento de Seguridad Nacional ordenó exámenes médicos para todos los menores detenidos y amplió las revisiones médicas.
El gobierno de Trump ha dicho que han sobrepasado un “punto de máxima tensión tolerable” en el sistema de detención migratorio. La cantidad de padres y menores que cruzan la frontera está superando por mucho el cupo de las instalaciones.
La saturación es particularmente grave en el Valle del Río Grande, donde se efectúan más cruces ilegales que en cualquier otra región de Estados Unidos.
La Patrulla Fronteriza ha divulgado fotos de adultos y niños recostados bajo tiendas de campaña sobre el césped o en el pavimento afuera de dos de sus estaciones. Recientemente, también abrió una instalación para 500 personas cerca de una garita de entrada y anunció planes para abrir otra.
El fallecimiento de Hernández Vázquez “nos lleva a preguntarnos cuántas muertes más se necesitarán para que el gobierno garantice la seguridad de los niños”, afirmó Amnistía Internacional en un comunicado.
“Es peligroso y cruel detener a las personas, sobre todo a los niños, en condiciones de hacinamiento e insalubres por buscar protección”, agregó.