REDACCIÓN
Arabia Saudita no busca una guerra en el Pérsico, afirmó el príncipe heredero del reino, Mohammed bin Salman, aunque su país “no dudará en responder a las amenazas a su seguridad”.
Sus declaraciones ocurren unos días después de que Estados Unidos acusara a Irán de supuestos ataques contra dos petroleros cerca del estratégico Estrecho de Ormuz, denunciando lo que describió como una campaña de “tensiones en ascenso” en una zona crucial para los suministros energéticos globales.
El príncipe saudí, implicado en la muerte del periodista opositor Jamal Khashoggi, en el consulado saudí de Estambul, que también es ministro de Defensa y supervisa todos los resortes clave de poder en el país, afirmó que los ataques “confirman la importancia de nuestro pedido para que la comunidad internacional adopte una posición decisiva” contra el comportamiento iraní.
“El problema está en Teherán y no en ningún otro sitio”, reiteró.
En Washington, el secretario norteamericano de Estado, Mike Pompeo, culpó nuevamente a Irán de atacar buques petroleros y derribar un dron estadunidense y prometió que su país garantizará la libre navegación en el Estrecho de Ormuz, vía clave para el petróleo.
Sin embargo, para el gobierno iraní es “sospechoso” que los ataques, contra los dos petroleros, uno de ellos portando la bandera japonesa, ocurrieran justo cuando el primer ministro nipón, Shinzo Abe, se encontraba en Teherán intentado mediar en la crisis.