Redacción
Si algo se le reprocha a Giovani dos Santos es su irregularidad para mantenerse óptimo. Si no son las lesiones o algún factor externo —como las fiestas en Europa o en las concentraciones de la Selección—, hay una maldición que no deja de acosarlo ni en el América.
“La verdad, ha sido complicado, cada que llegaba a encontrar mi mejor versión, siempre pasaban cosas fuera de mi alcance, eso me ha frenado. Venía de una seguidilla de juegos en una buena condición física”, explicó el delantero, quien cumple con su aislamiento social por la pandemia de coronavirus.
Eso sí, Dos Santos recalcó que la diferencia ahora es que sabe lidiar con los altibajos, tras quedarse sin equipo a finales de 2018, cuando el LA Galaxy lo dejó fuera de sus planes.
“Creo que antes sólo veía problemas y me enfocaba en eso, ahora a mis problemas les busco soluciones, estoy en constante aprendizaje aquí en el club, toco madera con las lesiones, ojalá me respeten para encontrar mi máximo nivel”.
Es como si Dos Santos se hubiera graduado de la Masía con esa maldición de la inconsistencia. Brillante en las juveniles del Barcelona, pero no suficientes para el primer equipo. Con el Tottenham y el Villarreal dejó buenos recuerdos, destellos que se apagaron por las constantes lesiones, como en 2008, cuando pasó casi dos meses inactivo con los Spurs, por una seria dolencia de tobillo.
Ahora como azulcrema, en el equipo que defendió su padre Zizinho, Giovani admitió que sigue sin cumplir con las expectativas, pero trabaja por ello.
“Soy autocrítico, las expectativas son altas en torno a mí, en un club tan grande como el América siempre se le pide lo mejor a un jugador, me queda mucho por dar a este equipo. Reitero, las lesiones han cortado mi ritmo, sé de mi capacidad, lo que puedo dar, pero con el apoyo de mis compañeros y cuerpo técnico las cosas irán saliendo mejor”.
