Redacción
Recoger muestras de sedimentos antiguos del fondo marino sirve para conocer mejor los climas del pasado, la tectónica de placas y el ecosistema marino profundo. Pero a veces también hay sorpresas, como la que ha demostrado que la capacidad de algunos microorganismos para desafiar a la muerte es asombrosa.
En un nuevo estudio, unos investigadores de varias entidades japonesas han descubierto que, si se les da el alimento adecuado en las condiciones de laboratorio adecuadas, los microbios recogidos de sedimentos de hasta 100 millones de años pueden revivir y multiplicarse, incluso después de haber permanecido inactivos desde que los dinosaurios deambulaban por el mundo.
El equipo de Yuki Morono, de la Agencia Japonesa para la Ciencia y la Tecnología Marino-Terrestre (JAMSTEC), recolectó las muestras de sedimento antiguo hace diez años, durante una expedición a una zona del Pacífico Sur considerada como la de menor productividad y menos nutrientes disponibles para nutrir a la red alimentaria marina.
La principal pregunta que se hacían estos científicos era si la vida podía existir en un entorno tan limitado en nutrientes o si se trataba de una zona sin vida.
En el lecho marino, hay capas de sedimento que están compuestas por “nieve” marina (desechos orgánicos que se van llegando de la superficie del mar), polvo y partículas transportadas por el viento y las corrientes oceánicas. Pequeñas formas de vida como los microbios quedan atrapadas en este sedimento.
Imagen ampliada que muestra microbios revividos del sedimento, de 101,5 millones de años de antigüedad. (Imagen: JAMSTEC)
A bordo del buque científico JOIDES Resolution, el equipo perforó el fondo marino y extrajo numerosos núcleos de sedimento situado a 100 metros bajo el fondo del mar y a casi 6.000 metros bajo la superficie del océano. Los científicos encontraron que el oxígeno estaba presente en todos los núcleos. Esto sugiere que si el sedimento se acumula lentamente en el lecho marino a una tasa de no más de un metro o dos cada millón de años, el oxígeno puede cubrir todo el camino desde el lecho marino hasta el subsuelo. Tales condiciones hacen posible que los microorganismos aeróbicos (aquellos que requieren oxígeno para vivir) sobrevivan durante millones de años, aunque sea en estado latente.
Mediante instrumental especializado, Morono y sus colegas incubaron las muestras para “resucitar” a los microbios e inducirlos a proliferar. Los resultados demostraron que en vez de ser restos fosilizados de formas de vida, los microbios del sedimento habían sobrevivido, y eran capaces de crecer y dividirse.
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