La cámara húngara, la cena del caos

Independientemente de cualquier resultado en la votación de hoy en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se ha exhibido en la absoluta incapacidad de tomar sus decisiones, pero al mismo tiempo ha refrendado –al menos en sus cúpulas–, el requisito planteado por su líder (moral o político, da lo mismo): una fidelidad ciega, aunque se para caminar sin lazarillo rumbo al precipicio.

Todo parece indicar algo simple: llegarán a las elecciones de 2021, con un a dirigencia cojitranca, impugnada desde dentro, acribillada con adjetivos insoportables y en absoluta división.

Se someterán al maquillaje de la unidad, claro, pero las fracturas tardan en sanar y a veces impiden ciertas actividades.

El presidente de le República, quien a todos ellos les ha conseguido los trabajos de cuyo estipendio ahora sobreviven (y las alcanza hasta para hacer campaña y recorrer el país, como a Mario Delgado), ha dicho de Morena: es mucho pueblo para tan poca dirigencia.

A eso se le llama autocrítica; él los ha puesto donde están.

Y la invocación popular es como todas las invocaciones populares, puro rollo. Morena no es del pueblo. El pueblo es una dócil borregada de votantes agradecidos por los programas socio electorales. Nada más.

Porfirio Muñoz Ledo, quien ganó en una primera encuesta sobre el reconocimiento de nombre, se queja de cómo ahora los detentadores de los privilegios partidarios –lambiscones, ignorantes, incapaces, les ha llamado–, quieren prácticamente confiscar la organización para servirse de ella. Y usan los viejos métodos del PRI.

Y de eso algo debe saber Porfirio, fue presidente del PRI cuando los lambiscones (a él le tocó limpiar el piso por donde pasaban Echeverría y López Portillo), desplegaban sus infinitas posibilidad es de halagar al poderoso.

Pero esa agua ya pasó por debajo del puente. Eran aguas turbias. Como las de hoy en el riachuelo mefítico de Morena. Pura mugre.

Porfirio, quien la ha enderezado contra Marcelo Ebrard y sus evidentes y no tan tempranas intenciones de ocupar la silla cuyo tapiz a los hombres enloquece, como dijo Emiliano, dice de la necesidad de crear para este pañis un nuevo partido de masas y de musas; una nueva Constitución y un verdadero propósito democrático.

Eso ha venido diciendo desde hace cincuenta años. Y con eso ha podido transitar a lo largo de medio siglo y estar en el umbral de dirigir el tercer gran partido de su vida.

Ya lo hizo con el PRI (en coma profundo) ; luego con el PRD (ahora en extinción) y quiere con toda su alma quedarse con la presidencia de Morena y lograr su tránsito de «movimiento» a partido.

Pero mientras estos personajes se meten a la Cámara Húngara, Yeidkol se sostiene en su cargo al parecer hasta después del proceso electoral 2021.Sigue siendo Secretaria General y comparte con Alfonso Ramírez Cuéllar las artes del disimulo. Bertha Luján Mueve sus piezas con sigilo de contraloría y aprovecha tener una hija en el gabinete para estar correcta y oportunamente informada.

Descuidada porque hasta los dichos de la sala le graban, pero eso es pecado menor. El botín lo justifica todo.

Las maniobras inmobiliarias detectadas en la gestión de la señora Polenvsky son evidencia de cuánto dinero se puede manejar desde la presidencia de un partido, sobre todo en tiempo de letargo del Instituto Nacional Electoral cuya cabeza no se alza por temor a un golpe de alfanje.

Total, la cena de los caníbales está servida. Cada quien ha tomado del menú una piernita de Porfirio y un bracito de Yeidkol y un taquito de cachete, si se pudiera de Ramírez Cuéllar. Se muerden, se insultan, se tiran de las cabelleras y no sienten preocupación alguna.

Frente a adversarios como Gibrán o Antolini, cualquiera parece Disraeli.

La semana pasada por todas partes les llegaba la presión a los magistrados de la Suprema Corte de Justicia. Esta semana las tuercas del Tribunal se aprietan desde afuera. Hasta Julio Scherer mete la mano.

De aquello ya sabemos el desastroso y degradante resultado. La Suprema perdió lo supremo.

Hoy sabremos si este otro tribunal también se pliega a las presiones o admite el sentido de una ponencia sobre la desaseada encuesta. Son siete magistrados. Todo queda en un 4-3.

HOGUERA

Si hubiera meditado sus palabras, Francisco Martín Moreno no estaría hoy en la hoguera a donde quiso arrojar a sus antagonistas de Morena. ¡Qué bruto!

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