El pago de impuestos, una práctica ancestral

Redacción

Pagar impuestos es tan antiguo como la historia misma. Los tributos datan de la época de los faraones de Egipto, en donde se creó un sistema de recaudación a cargo de la burocracia con personal especializado, mejor conocidos como escribas.

De ese modelo se derivaron las primeras leyes tributarias, al igual que en China y Mesopotamia.

En México, la historia registra a través del Códice Azteca que el rey de Azcapotzalco pedía un tributo llamado Tequiamal a cambio de algunos beneficios en las comunidades.

Los encargados de cobrar los tributos se llamaban Calpixque. Se les distinguía porque portaban un bastón en una mano y en la otra un abanico cuando iban a cobrar impuestos en especie o con servicios especiales.

En la época de la Conquista, Hernán Cortés modificó el esquema por uno de pago de gravámenes con piedras y joyas, para lo cual designó un ministro que se apoyaba de un tesorero y contadores.

Se dice que el conquistador fue el que creó el Impuesto al Valor Agregado (IVA), al implementar el alcabala y después un peaje por derecho de paso.

De esta forma, finalmente se estableció el sistema diezmo minero, mediante el cual los indígenas trabajaban en las minas como parte del pago de sus impuestos.

Posteriormente surgieron los aranceles en los puertos marítimos cuando se instauraron las primeras aduanas.

Hacia 1830, el presidente Antonio López de Santa Anna aplicaba impuestos por cada puerta que tuvieran las casas y otro por el número de ventanas por vivienda. También por los caballos dependiendo de su calidad y hasta por los perros propiedad de un habitante.

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