Polvo del asteroide que exterminó a los dinosaurios

Redacción

Hace unos 66 millones de años, una extinción masiva aniquiló a los dinosaurios y a otras formas de vida. La causa de aquella catástrofe ha sido tema de muchos debates.

Desde la década de 1980, cuando se descubrió polvo de asteroide en la capa geológica correspondiente a la época de la extinción de los dinosaurios, su aniquilación por el impacto de un asteroide ha sido la hipótesis principal, en vez de la de que solo se debió a una serie de erupciones volcánicas o las que la atribuían a alguna otra calamidad global no provocada por un impacto cósmico. Hubo tremendas erupciones volcánicas, pero como consecuencia de la colisión del asteroide.

En la década de 1990, la conexión entre la caída de un asteroide y la extinción masiva se reforzó con el descubrimiento de un cráter de impacto, el de Chicxulub, de unos 200 kilómetros de diámetro, situado bajo el Golfo de México, que tiene la misma edad que la capa de roca.

Ahora, parece que unos investigadores han conseguido vincular definitivamente la extinción de los dinosaurios con un asteroide que chocó contra la Tierra hace 66 millones de años, al encontrar una prueba decisiva: polvo de asteroide dentro del cráter de impacto. Además, la huella química de este polvo encaja con la que debe tener un material de tales características y con esta antigüedad.

Este descubrimiento respalda la idea de una nube espesa de polvo generada a partir del asteroide vaporizado junto con las rocas terrestres golpeadas por el impacto envolviendo todo el planeta, bloqueando el paso de la luz y el calor solares y provocando la muerte a través de un oscuro y prolongado invierno global, todo ello antes de posarse finalmente en la superficie de la Tierra y conformar la capa enriquecida en material de asteroide que es identificable hoy en día en el estrato geológico del subsuelo que corresponde a aquella época.

La nueva investigación es obra el equipo de Steven Goderis, de la Universidad Libre de Bruselas en Bélgica, Sean Gulick, de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, y Joanna Morgan, del Imperial College de Londres en el Reino Unido.

El estudio es el más reciente de todos los realizados a partir de una misión internacional de 2016 codirigida por la Universidad de Texas en Austin durante la cual fue recogida una gran cantidad de muestras del interior de rocas del cráter enterrado bajo el fondo marino. Esta última investigación ha ayudado a rellenar las lagunas sobre el impacto, las secuelas y la recuperación de los ecosistemas.

El rasgo que delata al polvo como perteneciente al asteroide es el iridio, un elemento químico que es raro en la corteza terrestre, pero relativamente abundante en ciertos tipos de asteroides. Una presencia de iridio mucho mayor de lo normal en la citada capa geológica que se encuentra en todo el mundo es la forma en que nació la hipótesis del impacto de un asteroide. En el nuevo estudio, los investigadores encontraron un pico similar en una sección de roca extraída del cráter. En el cráter, la capa de sedimentos depositada entre los días y los años posteriores al impacto es tan gruesa que los científicos pudieron datar con precisión el polvo en apenas dos décadas después del impacto.

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