¿Se te antojan? Spirulina y Kelp, los alimentos que frenará la hambruna en el mundo 

Redacción

Se necesitan cambios radicales en el sistema alimentario mundial para salvaguardar nuestro suministro de alimentos y combatir la malnutrición frente al cambio climático global, la degradación medioambiental y las epidemias. Así se corrobora en un estudio reciente, en el que también se ofrecen algunas ideas sobre cómo podría ser la dieta idónea para alimentar de manera sostenible a toda la humanidad en ese futuro cada vez más cercano.

El equipo de Asaf Tzachor, de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, también ha llegado a la conclusión de que el futuro suministro mundial de alimentos no puede protegerse exclusivamente mediante los enfoques tradicionales que antes sirvieron para aumentar la producción de alimentos. Habrá que recurrir también, y en buena medida, a sistemas de producción alimentaria con pleno control ambiental, empleando tecnología de vanguardia y con alimentos relativamente nuevos. Solo así se podrá reducir la vulnerabilidad de los cultivos agrícolas y otras fuentes de alimentos a los cambios ambientales, las plagas y las enfermedades.

Los investigadores defienden que la desnutrición mundial podría erradicarse cultivando alimentos procedentes de organismos comúnmente descritos como algas, incluyendo la Spirulina, la Chlorella y el kelp; larvas de insectos como las de la mosca doméstica; y micoproteínas (proteínas obtenidas de hongos). Muchos de estos alimentos ya han despertado interés como alternativas lo bastante nutritivas y más sostenibles a los alimentos tradicionales de origen vegetal y animal.

La producción de estos “alimentos del futuro” podría cambiar el funcionamiento de los sistemas alimentarios. Pueden cultivarse, a la escala deseada, en sistemas modulares y compactos, adecuados tanto para entornos urbanos como para comunidades aisladas, como las de islas remotas. Los alimentos podrían ser producidos localmente y de forma constante por las comunidades, reduciendo su dependencia de las cadenas de suministro globales.

Tzachor argumenta que el actual sistema mundial de producción de alimentos, basado en la agricultura y la ganadería tradicionales, es vulnerable. Está expuesto a una larga lista de riesgos, de entre los que destacan las inundaciones, las heladas, las sequías, las plagas y las enfermedades. Algunos ejemplos recientes son los incendios forestales y las sequías en Norteamérica, los brotes de peste porcina africana que afectan a granjas de cerdos en Asia y Europa, y las nubes de langostas del desierto en África oriental. Se prevé que el cambio climático empeore estas amenazas.

La distribución de alimentos también puede verse frenada por crisis globales, como la reducción de actividad en redes de suministro de productos que el mundo ha venido sufriendo intermitentemente a raíz de la pandemia de COVID-19.

Por otra parte, hay dos mil millones de personas en el mundo que sufren inseguridad alimentaria, incluyendo más de 690 millones de personas desnutridas y 340 millones de niños que sufren deficiencias de micronutrientes. Esta crisis persistente exige una solución definitiva, que podría llegar por las vías antes comentadas.

El informe se titula “Future foods for risk-resilient diets” y se ha publicado en la revista académica Nature Food.

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