Taxi aéreo eléctrico para trayectos urbanos e interurbanos

Redacción

 

La urgencia de desplazarse de un punto a otro de una zona urbana a menudo se topa con la frustrante realidad de que el tráfico está tan congestionado que simplemente es imposible llegar a tiempo al punto de destino. Y, a no ser que los vehículos que impiden el paso se aparten por el aviso de una sirena de ambulancia, camión de bomberos o coche de policía, poco puede hacerse.

 

Hacer por el aire el trayecto sería una solución. Una avioneta requiere pista de despegue y de aterrizaje. Un helicóptero requiere menos espacio que una avioneta para despegar y aterrizar, pero volar en él resulta mucho más caro que circular en un taxi convencional.

 

Desarrollar un vehículo aéreo pequeño, con una maniobrabilidad idónea, capaz de prestar su servicio a un coste inferior y preferentemente impulsado por un motor que sea eléctrico y no de combustión, podría hacer realidad el concepto de un taxi aéreo que a veces ha sido mostrado por la ciencia-ficción.

 

Hacer realidad ese concepto es el objetivo de la empresa catalana Advanced Air Mobility (AAM), especializada en el sector de la movilidad aérea urbana personal.

 

La empresa ha fabricado ya un prototipo de taxi aéreo eléctrico para ahorrar tiempo en los desplazamientos urbanos e interurbanos. La empresa, que hace seis años que desarrolla la idea, estima que el aerotaxi podrá alcanzar una velocidad de hasta 300 kilómetros por hora y que el usuario típico ahorrará entre 200 y 300 horas anuales de tiempo consumido en desplazamientos urbanos e interurbanos.

 

Según el CEO de la empresa, Aitor Martín, la propuesta del taxi volador eléctrico es revolucionaria porque cambia radicalmente la movilidad urbana y porque pretende cambiar el concepto de ciudad que conocemos hoy en día. Al acceder al espacio aéreo, la ausencia allí de los obstáculos típicos de la calle y la escasa presencia (por ahora) de tráfico urbano, permitirá casi siempre avanzar en línea recta y a gran velocidad para optimizar el tiempo de desplazamiento.

 

La compañía prevé que el importe del vehículo ronde los 200.000 euros y que el precio del viaje no sea muy superior al realizado con un taxi convencional. En cualquier caso, las tarifas se establecerán tomando como referencia los minutos de vuelo en vez de los kilómetros recorridos. El responsable de AAM declara que la empresa quiere “democratizar el acceso al aerotaxi y que todos puedan usarlo”. Por ejemplo, si alguien quiere ir al teatro de una ciudad y vive a tres horas en coche, puede contar con este servicio para cubrir el trayecto en una fracción de ese tiempo.

 

El taxi volador, que está diseñado para que sea eléctrico al cien por cien, consta de una tecnología de alas fijas similar a la de los aviones STOL (short take-off and landing) que permite reducir las distancias de despegue y aterrizaje a menos de 50 metros. Así, podrá utilizar las pistas de los helipuertos, y facilitará que posteriormente los usuarios se desplacen mediante vehículos propios del sistema de micromovilidad, como patinetes eléctricos o bicicletas, o cualquier otro medio de transporte, para llegar al punto final de destino.

 

La cabina del vehículo permite el desplazamiento de dos personas sin la presencia de piloto, ya que el vuelo es autónomo. “Tenemos una eficiencia entre 5 y 10 veces mayor que la de nuestros competidores y unos costes 10 veces inferiores”, destaca Martín.

 

El proyecto actualmente se encuentra en una segunda fase, de un total de tres, en la que se está desarrollando un prototipo a escala real. El siguiente y último paso consistirá en conseguir la certificación por parte de las administraciones europea y estadounidense, con el objetivo de validar el vehículo para que se pueda introducir en el mercado. La empresa calcula que en el año 2025 ya se podrá comercializar, comenzando por Estados Unidos.

 

AAM, con sede en Barcelona, acaba de iniciar una ronda de financiación de un millón de euros. En 2019, la compañía también fue beneficiaria de la línea de ayudas Startup Capital d’ACCIÓ, que destina hasta 75.000 euros a cada empresa emergente para que pueda ejecutar su plan empresarial.

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