Mayté Noriega
La prensa dio a conocer este jueves, una iniciativa que el jefe del Ejecutivo enviará al congreso para fusionar, con secretarías y dependencias federales, a 16 órganos desconcentrados… El pretexto, hacer ahorros para destinarlos a programas sociales…
El propósito real, eliminar todo aquello que pueda constituir un obstáculo para que el señor del palacio pueda operar sin traba alguna, y sin tener que obedecer las leyes, que siempre han constituido un estorbo para sus proyectos…
Para demostrar la aseveración anterior baste mencionar su interés por desaparecer la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA)… Esta Secretaría Ejecutiva administraba la Plataforma Digital Nacional que permitía el intercambio y consulta de información, de forma eficiente, con las autoridades y la ciudadanía… También, con el uso de inteligencia artificial, reconocía patrones y comportamientos de la corrupción…
Además, brindaba apoyo a los integrantes del Sistema Nacional Anticorrupción y a los sistemas locales, en materia de política, metodología y coordinación…
Si como asegura el señor del palacio, ya no hay corrupción, ¿por qué el interés de desmantelar el Sistema Nacional Anticorrupción?, debería fortalecerlo para demostrar, como ha dicho hasta el hartazgo, que “son diferentes”, aunque la realidad les abofetea el rostro y los encuera cotidianamente y de la forma más descarnada…
Además, con la decisión de desmantelar el Sistema Nacional Anticorrupción, da un golpe brutal a la transparencia, otro concepto que él y sus allegados aborrecen, porque les impide mantener el discurso de la superioridad moral y la honestidad…
Sin embargo, a los buenos periodistas y a los buenos ciudadanos, cuando la verdad les cierra la puerta, como sucede en el actual régimen, entran a ella por las ventanas… Y así se descubren casas fabulosas en Texas, que dan al traste con el discurso de la austeridad y la honestidad…
El decreto publicado recientemente por el señor del palacio para dar continuidad a sus obras, algunas muy cuestionadas, sin tener que acatar las leyes o normas que pudieran retrasarlas son muestra clara de la incomodidad que siente el presidente cuando de cumplir la ley se trata…
La proclama diaria de que se vive en un estado de derecho, de que nadie está por encima de la ley, de que se acabó ya con el influyentismo y la corrupción, o de que la pandemia se domó desde hace un año, no cambian la realidad…
La perorata matutina puede haber provocado que algunos tuvieran la percepción de que la realidad es distinta, o que todo ya cambió… También puede reafirmar el fanatismo de muchos…
Lo que es incuestionable es que la realidad es una, aunque el discurso pueda pretender cambiarla… La realidad en nuestro país, en los últimos años suele contradecir el discurso y por ello el señor del palacio hace uso de su poder para modificar, no la realidad, sino las leyes que obstaculizan la concreción de sus proyectos, y de ese modo darles viabilidad, sin planeación o estudios previos, sin consulta a las comunidades y sin rigor alguno…
¿Por qué violentar la institucionalidad de la patria?, porque de otro modo sus caprichos no se harían realidad…
¡Que vivan la opacidad, la corrupción y el secretismo! Parecen decir quienes avalan las ocurrencias del señor del palacio…
Así, quien hace tres años juró cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan, las cambia para cumplir y hacer cumplir los caprichos del líder…