La alianza opositora es el PAN; Claudio y los demás son patiños
POR CARLOS RAMIREZ
Con el PRI hundiéndose paulatinamente en el pantano de la incapacidad, con el PRD en situación de inexistencia histórica, con la Coparmex anhelando la República empresarial y con Claudio X. González tratando de imponer el poder económico de su dominio, la alianza opositora solo descansa en la capacidad operativa, partidista y de influencia social del PAN.
En este escenario, la alianza opositora es un membrete que no ha podido definir su proyecto de nación porque las cinco formaciones fundamentales tienen intereses no solo diversos sino hasta encontrados y porque no existe un liderazgo único o colegiado con capacidad para conducir la agrupación como una propuesta de alternativa –no solo de alternancia—del Gobierno de Morena.
Mientras el PRI inició el año 2000 de la alternancia con 21 gobernaturas, todos los indicios estarían adelantando que llegará a las elecciones presidenciales de 2024 con cero gubernaturas, en tanto que el PRD perdió sus bastiones en Tabasco, Michoacán y Ciudad de México. En cambio, el PAN ha sabido sortear la crisis de militancia y de su tope de once gobernaturas podría terminar el sexenio con nueve.
En tendencias de votos individuales, el PAN mantiene un segundo lugar bastante alejado de Morena, mientras el PRI pudo repuntar diputaciones en el 2021 pero en esa misma votación perdió su base territorial de gubernaturas. El PRD inició su debacle con la lucha interna entre Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, la salida de Cuauhtémoc del partido y el dominio excluyente de los chuchos –Jesús Ortega y Jesús Zambrano–, responsables de la pérdida de identidad del partido, de la salida de Cárdenas y López Obrador, de la ruptura en Ciudad de México de Miguel Ángel Mancera con Marcelo Ebrard y el camino en solitario en el 2018 para ser aplastado por AMLO-Morena en la capital de la República que había conquistado el perredismo en 1997.
Claudio X. González ha sido el motor empresarial y financiero para la construcción de la alianza, pero sin lograr ningún entendimiento político o de proyecto de Gobierno con las tres fuerzas partidistas que tienen sus propios programas ideológicos. Por más que Claudio X. esté preparando una propuesta empresarial, neoliberal y antipopulista de Gobierno, él mismo no tendría el liderazgo o el carisma para convertirse en candidato presidencial.
La Coparmex ha impulsado la carrera política de su expresidente Gustavo de Hoyos, pero su participación en la alianza ha constituido un lastre en tanto que representa a toda la clase empresarial politizada que ha perdido todas las batallas contra el Estado y el sistema priísta en años pasados, teniendo como ejemplo el caso de Manuel J. Clouthier, un empresario anarquista que repudió durante años el PAN y en 1988 aceptó ser su candidato presidencial, aunque con el resultado de un tercer lugar acreditado a la base electoral tradicional del PAN. La Coparmex ha sido incapaz de construir un liderazgo social que pudiera tener competitividad en las confrontaciones de proyectos ideológicos.
En los últimos días, la alianza opositora ha dado un paso adelante en la definición de algunos puntos de vista ideológicos y de proyectos de gobierno, pero ha cometido el error estratégico de confrontarlos de manera directa contra la capacidad de propaganda del proyecto social de la 4ª-T, sin modificar ni un punto su tendencia electoral por abajo de la coalición de Morena.
En su artículo del lunes en Reforma el intelectual Jesús Silva-Herzog Márquez le recordó a la oposición la solidez que tiene en la población el discurso y algunas decisiones de política social del gobierno lopezobradorista, dato que explicaría el bajo rendimiento de expectativas de la alianza opositora respecto a la tendencia de Morena.
Al candidato López Obrador le funcionó muy bien su discurso antineoliberal, en tanto que a la alianza opositora nada le ha redituado su discurso antipopulista. Las últimas declaraciones en conferencias de prensa de la alianza opositora han escalado su tono de denuncia qeé respondería más al desánimo de sus dirigentes que a una interpretación estratégica del momento político del país, sobre todo cuando todas las encuestas han señalado que la aprobación presidencial sigue sólida pese a los malos resultados en los temas fundamentales del discurso de 2018.
El destino final de la alianza opositora se basará en el reconocimiento de que el PAN debe ser el alma y fuerza de la coalición y el PRI y el PRD tendrán que asumir su condición de patiños.