INDICADOR POLITICO

Vientos de guerra o Dr. Insólito o Falla de seguridad

POR CARLOS RAMIREZ

Cada día se confirma la tesis de que los seres humanos son capaces de tropezarse dos veces o muchas con la misma piedra. Todavía no se cierran las heridas de la Segunda Guerra Mundial y los vientos huracanados de la guerra habría ya comenzado con aleteos de una mariposa.

Más que como advertencia, habrá que darle una lectura estratégica pesimista a la reciente afirmación del secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres: “la humanidad está a solo un malentendido, un error de cálculo de la aniquilación nuclear”, una afirmación que nos hace regresar a la película Dr. Strangelove (Dr. Insólito) o cómo aprendí a no preocuparme y amar a la bomba, del genial Stanley Kubrick, del 1964 de la guerra fría nuclear en todo su apogeo.

¿Había razones del viaje de la reina Nancy Pelosi a Taiwán a pesar de las advertencias del ejército de China sobre una visita que constituía una provocación en toda su dimensión, inclusive cuando ya está incendiada la zona de Europa asiática con la guerra en Ucrania que fue impulsada por la estrategia de seguridad militar de la Casa Blanca y el Pentágono como la Casa de la Guerra?

Como dato revelador hay que registrar el hecho de que el presidente Joseph Biden en estos momentos se encuentra aislado en su oficina por una tercera infección de COVID, una hace meses y dos prácticamente seguidas, tratando de atender y entender la crisis con Rusia en Ucrania y el fortalecimiento del presidente Putin con una nueva doctrina de seguridad militar marítima que podría estar afectando el ya de suyo desequilibrado equilibrio de fuerza en el planeta.

Los vientos de guerra comenzaron a principios de año con actitudes de la Casa Blanca de ir empujando a Rusia a declarar la guerra contra Ucrania, sin que Estados Unidos tomará alguna decisión diplomática para disuadir la conflagración bélica. Y una vez estallada la guerra, la Casa Blanca potenció la reorganización militar de la OTAN, fortaleció la idea de crear un ejército europeo de contención/ofensiva contra Rusia y desequilibró la estabilidad en Europa con las maniobras para terminar con la neutralidad de Suecia y Finlandia y sumarlas al bloque militar estadounidense.

Después de las decisiones aislacionistas y de repliegue del presidente Donald Trump al desentenderse un poco de la OTAN y reducir las tropas en el extranjero, el presidente Biden regresó con su discurso bélico en Múnich en febrero del año pasado anunciando el regreso de Estados Unidos al liderazgo mundial. Pero una cosa es generar una consolidación de fuerza disuasiva y otra acudir a una franca provocación a China con el viaje de la reina Pelosi a Taiwán, a pesar de las advertencias del Gobierno de Jinping y la vieja agenda de dominación de China sobre esa pequeña isla que de nueva cuenta se convierte en un detonador de una crisis mundial.

Las decisiones de reorganización de la geopolítica militar de Biden ocurren también en un momento de reacomodo político interno: la aprobación del presidente anda abajo del 38%, las expectativas electorales de noviembre que modificaran el equilibrio en el Congreso y en algunos estados, la expectativa de un nuevo fortalecimiento republicano en mayoría legislativa, sobre todo el anuncio del expresidente Donald Trump de competir por la candidatura republicana y luego la presidencia en 2024 y una severa crisis económica con una recesión técnica distorsionada por las tasas de interés y la inflación a punto de rebasar el nivel de dos dígitos.

Los analistas tardaron en las últimas horas en entender las razones del viaje de Nancy Pelosi a Taiwán después de las amenazas del ejército chino. Las tensiones geopolíticas no parecen darle ninguna nueva ventaja Estados Unidos en esa zona mientras no se resuelva la crisis en Ucrania y ahora la Casa Blanca tendrá que enfrentar dos escenarios graves de guerra, uno contra Rusia y otro contra China, dos grandes potencias mundiales, y a esta situación de conflicto se puede agregar también la inestabilidad en el Medio Oriente con el asesinato en Afganistán del número dos de Al Qaeda que apareció como el responsable de los ataques terroristas del 9/11 de 2001.

El mundo vivirá horas de tensión por un conflicto derivado de iniciativas de poderío geopolítico, en medio de una crisis pandémica y de una crisis económica que pudiera encontrar algunas salidas de emergencia en la economía de guerra que se acaba de echar a andar en una parte del planeta que está alejada de los espacios estadounidenses.

Los políticos van a la guerra, mientras los ciudadanos se deben preparar para pagar las consecuencias de las locuras del poder, como personajes de Kubrick, o atrapados en los errores en el lanzamiento de una bomba sobre Moscú que llevaría a la autorización estadunidense para aceptar una bomba sobre Washington, como evidencias de las fallas de seguridad del sistema de equilibrio nuclear, película de Sidney Lumet con un entristecido y justo Henry Fonda, también en 1964.

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