M. Hernández
De acuerdo con el “Diagnóstico del Sistema Penitenciario de Tlaxcala” realizado por las organizaciones Reinserta y Ocupa, el 60% de los internos en Tlaxcala padece algún trastorno de depresión, ansiedad, insomnio o problemas de ira.
Pese a ello, no cuentan con atención periódica por parte de especialistas en atender estos trastornos, ya que solamente acuden dos veces al año para darles atención que resulta insuficiente.
Pese a que Tlaxcala es el segundo estado mejor evaluado sobre las condiciones de sus centros penitenciarios, es evidente que aún hay rezagos, como el número de presos sin sentencia y la desigualdad laboral.
Según el informe, el 70% de la población femenina trabaja pero no recibe una paga, lo que dificulta la manutención de la familia en el exterior a pesar de que el 95% está dispuesta a laborar.
Otra de las debilidades es en materia de infraestructura, con la ausencia de focos, baños, regaderas, parrillas, dormitorios y red de drenaje en mal estado.
Además, cuenta con deficiencias para atender los problemas de adicciones, al no poseer las condiciones óptimas para ofrecer tratamientos de desintoxicación que permita la rehabilitación de las personas.