Se marchó con una aureola de gloria, que solo es para quienes parten de este mundo, con la satisfacción de haber entregado su vida y lo mejor de ella; a formar generaciones. No solo llevó nuestras manos para formar líneas y trazos, sino que, nos educó en los valores cívicos y morales, fundamentales para la vida. Lo he dicho, para muchos fue; como nuestra segunda madre.

El aula, la única que por muchos años fue, nuestra escuela “Josefa Ortiz de Domínguez”, guardará su voz dulce y también el suave sonoro de sus aplausos, con que nos convocaba para formarnos al ingreso.

Sean estas palabras, desde la voz de mi espíritu, mi humilde homenaje a su legado.

Maestra Emma, nos encontraremos pronto.

Descanse en Paz!