POR JOSE UREÑA
Aquí lo anunciamos:
Al gobierno de Andrés Manuel López Obrador no le importó atender los clamores de Canadá para frenar el flujo migratorio y contener las demandas injustificadas de asilo.
Pero tampoco a los anteriores presidentes.
Desde la administración de Felipe Calderón se sabía del riesgo de reforzar medidas restrictivas porque el tema podría desbordarse, según dijo el gobierno de Stephen Harper en 2009 al panista Francisco Barrio Terrazas.
La situación de alerta siguió con el mismo Harper y el priista Francisco Suárez Dávila, pero éste concilió y al ascender Justin Trudeau se llegó a un acuerdo con Enrique Peña para eliminar el requisito de las visas a mexicanos.
En la actual administración el embajador Agustín García-López relevó a Suárez Dávila y se le pidió contener el flujo de mexicanos, porque por México pasaban muchos extranjeros.
Nada hizo Marcelo Ebrard en la Cancillería ni se condicionaron los viajes en vuelos comerciales desde la capital del país.
24 MIL AL AÑO
Resultado:
Al comenzar el sexenio llegaban miles de viajeros procedentes de la capital u otros lugares de la República y vino una explosión alarmante para Ottawa.
Aunque muchos van y regresan como lo señalan sus visas de trabajadores temporales, estudiantes universitarios, profesionistas, empresarios o turistas, otros no cumplen.
Miles han viajado a la frontera sur canadiense para introducirse ilegalmente a Estados Unidos, pues allá es más permeable que la línea divisoria de Tijuana a Matamoros.
Eso preocupa al Gobierno de Justin Trudeau, pero más a los solicitantes de protección diplomática a causa de inseguridad, persecución política, inestabilidad social y otros factores.
De un promedio anual de 600 se ha pasado a 24 mil.
Algo insostenible porque la generosidad diplomática de ese país lo obliga a estudiar el caso individualmente y a otorgar apoyo económico por al menos durante seis meses.
Por eso ahora hay decenas de miles en espera de superar su estatus migratorio, pero también un millón y medio de mexicanos sin poder viajar con la libertad habida hasta el 29 de febrero.
Todo por una mala política diplomática.
A RECOMPONER
1.- Cosas de la política:
Si Marcelo Ebrard no hizo lo suficiente para evitar el regreso de las visas canadienses, ahora puede recomponer la relación de México con Estados Unidos y Canadá.
Lo anunciamos aquí el 27 de febrero: el Presidente y su candidata Claudia Sheinbaum lo comisionaron para tamizar la relación con ambos gobiernos, Joe Biden y Justin Trudeau.
Y también con Donald Trump si regresa a la Casa Blanca, aunque de momento no le contesta el yerno y factótum Jared Kushner, muy a pesar de contar con condecoración mexicana, generosidad de Luis Videgaray.
Su actuación es fundamental porque “vienen tiempos difíciles” por las campañas y el uso de México como piñata, dice el excónsul Salomón Rosas.
2.- El Abierto de Acapulco fue un éxito, pero a la par hubo ahí otro de trascendencia internacional.
Fueron los Juegos Clasificatorios Panamericanos de Lucha, con la asistencia de cientos de representantes de 27 países.
La gobernadora Evelyn Salgado ha agradecido el respaldo a las distintas federaciones internacionales por permitir mostrar la recuperación acapulqueña.
Y 3.- A los observadores llamó la atención el lugar asignado en el templete de Claudia Sheinbaum para el candidato poblano Alejandro Armenta.
Puebla tiene atención preferente para el partido del gobierno.