PLAZA TLAXCALA

PLAZA TLAXCALA
¿DELINCUENCIA ORGANIZADA?
LOURDES ROMERO
Comienzo mi comentario de esta semana retomando las recientes declaraciones del titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), Alberto Martín Perea Marrufo, quien, en referencia a eventos de inseguridad ocurridos en semanas recientes, sostuvo que, en Tlaxcala, no hay delincuencia organizada.
Fue en una reunión informativa con medios de comunicación donde el funcionario observó que se trata de actividades de asociación delictuosa de bandas locales, es decir, de personas que se juntan para llevar a cabo delitos, como robos y asaltos, que les permiten acceder a beneficios económicos inmediatos.
Hay quienes no coinciden con esta apreciación, y la razón principal es porque se ha hecho costumbre utilizar el concepto de crimen organizado y de organización criminal como si fueran lo mismo, cuando en realidad no es así.
En efecto, la delincuencia organizada y la organización delictiva aluden a un grupo de tres o más personas que se unen para llevar a cabo actividades ilícitas. Sin embargo, el primer caso se refiere a un amplio grupo estructurado, que prevalece en el tiempo y actúa concertadamente para cometer delitos graves, por medio de los cuales obtienen importantes beneficios, principalmente económicos.
Hablamos de operaciones propias de la mafia, donde hay una cabeza y una estructura criminal disciplinada, sobre lo cual, ciertamente, no hay indicios en Tlaxcala.
Lo que sí hay en la entidad es la presencia de bandas criminales que, lamentablemente, ejercen un mayor nivel de violencia en sus actividades, lo cual afecta la percepción de seguridad del ciudadano, porque el miedo a la violencia distorsiona la magnitud de los eventos de inseguridad, incluso la identidad y la capacidad de asociación de sus perpetradores.
El Índice de Paz México 2024, por ejemplo, explica que la violencia provoca “los niveles más desproporcionados de preocupación” con relación a la experiencia real de inseguridad, pues si bien los efectos de los delitos con violencia pueden ser graves en las personas, sus percepciones sobre ellos “a menudo están infladas por la cantidad desproporcionada de atención” que reciben en los canales que utilizan para informarse, como medios de comunicación y redes sociales, donde la actividad de las bandas delictivas se presenta carente de antecedentes y contexto.
Seguramente, habrá quienes cuestionen los criterios bajos los cuales las autoridades estatales sostienen que no hay delincuencia organizada en Tlaxcala. También, quienes duden de las definiciones conceptuales que diferencian al crimen organizado de las asociaciones criminales. Empero, ese debate no es tan importante como el hecho de que se disponen de planes, estrategias y acciones para proteger al estado de las actividades ilícitas en todos los órdenes.
Los gobiernos estatal y federal, a través de sus fuerzas de seguridad, no se quedan de brazos cruzados, a diferencia de lo que pasa en los municipios, donde los nuevos presidentes municipales parece que buscan inventar el agua tibia en la integración de sus áreas de seguridad.
Organizan operativos como “Mando Coordinado”, “Viaja Seguro” o “Blindaje Zona Sur”, para atender demandas específicas de seguridad en zonas de riesgo y, hasta ahora, esa coordinación ha favorecido que Tlaxcala sea uno de los estados más seguros del país al registrar la menor incidencia delictiva en México por 24 meses.
Este logro, que ha ameritado reconocimiento a nivel nacional, donde la lectura del escenario de seguridad coloca a la entidad en un lugar verdaderamente privilegiado, parece pasar inadvertido en lo local, a falta de referencias sobre la situación de otras entidades, donde los problemas de inseguridad no son de percepción, sino de realidad.

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