M. Hernández
La incorporación de Nicolás Gutiérrez, ex candidato fracasado a la presidencia municipal de Chiautempan, al partido Morena, es un claro ejemplo del oportunismo político que está carcomiendo la esencia de la 4T en Tlaxcala.
Mismo que en la pasada jornada electoral, no dudó en lanzar ataques contra el mismo partido que ahora abraza, demuestra que su interés no es el bienestar de la ciudadanía, sino su supervivencia política y personal.
Este giro, además de desconcertar a los votantes, revela la fragilidad de los valores que deberían caracterizar a Morena, pues arropa a personajes que se suman por conveniencia, sin compromiso real con los ideales de la cuarta transformación.
Es evidente que el cambio de Nicolás Gutiérrez no responde a una convicción ideológica, sino a un descarado intento de rescatar su carrera política a costa de la coherencia y la dignidad.
El mismo individuo que utilizó el desprestigio de Morena como plataforma electoral, hoy se adhiere al partido con una rapidez que solo refleja la falta de principios que tan a menudo han sido criticados en el ámbito político.
Esta decisión deja en evidencia que, a nivel municipal, Morena ha cedido ante los intereses personales y no está dispuesto a hacer una verdadera depuración de sus cuadros.
Lo más preocupante es que este tipo de movimientos cuestiona seriamente la autenticidad de la llamada “transformación”, con la incorporación de oportunistas lo.qie evidencia una contradicción, Morena parece haber caído en la trampa de ceder a los intereses particulares que están dispuestos a todo para no perder su influencia, incluso si eso significa traicionar las promesas de cambio.