por Rafael Cardona
Han fatigado los aplaudidores los atabales y los címbalos; cansadas quedaron las campanas cuyo vuelo feliz celebró el ingreso de México por quinta ocasión al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, cuya utilidad se le pude untar al queso, pero de eso no hablamos porque para los propagandistas del gobierno (este y cualquier otro de los neo colonizados), este sitio entre los miembros de segunda clase, es una prueba de la confianza y presencia de México en el mundo, y bla, bla, bla…
La verdad es más simple: el Consejo de Seguridad de la ONU tiene dos clases de integrantes: los de verdad (miembros del Club Atómico quienes son los únicos cuya potencia militar destructiva puede poner en riesgo la paz del mundo, ese concepto tan caro a las concursantes de Miss Universo), y los convidados de piedra, en el mejor de los casos decorativos y suficientes para cubrir cuotas regionales de pluralidad Internacional en el paquidermo de East River.
Uno de los más recientes fracasos del dicho Consejo, fue durante la invasión estadunidense a Irak. Sin consecuencias de ninguna especie el gobierno de Bush se los brincó a la torera.
Hoy el señor embajador Juan Ramón de la Fuente ha salido –para usar términos taurinos, a los cuales es él tan afecto–, con las orejas y el rabo, lo cual le ha servido para impresionar a su jefe, un hombre cuyo conocimiento del mundo es, digámoslo así, escaso.
Como los lugares no permanentes en el CS se distribuyen por bloques, América Latina y el Caribe hoy tienen sitio para la República Dominicana y San Vicente-Granadinas. Si asistir wcomo “oyente” a las sesiones donde los grandes tienen derecho de veto fuera prueba en el “concierto internacional” de la importancia de un país, pues hoy, a la salida de los dominicanos, quedamos de ese mismo tamaño. Y no es ningún desprecio a los hermanos del Caribe.
Pero al gobierno le conviene un elemento a su favor ahora cuando otros organismos no lo califican tan bien como quisiera, tal es el caso del Índice Global de Confianza sobre Inversión Extranjera Directa, en el cual se perdieron peldaños.
LECTOR
Me escribe Víctor M. Rivera. Su carta se explica sola:
“Leí su artículo “Cuba exporta ciencia y consciencia” con gran interés y coincido con sus comentarios completamente.
“Me disculpo por escribirle personalmente, simplemente para expresarles unos cuantos comentarios más sobre el tema.
“Como antecedentes, conozco la medicina cubana muy íntimamente, así como sus institutos de ciencias y biotecnológicos, incluyendo el popular Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN) asistiendo a su inauguración en la Habana en 1989.
“Tengo muchas relaciones y comunicaciones con los médicos de la isla, principalmente en neurociencias, y frecuentemente los he apoyado en actividades científicas internacionales desde hace cerca de 4 décadas. El año pasado se me hizo un reconocimiento público en la Habana como “Huésped de Honor” por mis aportaciones a la educación neurológica de CIREN celebrando su trigésimo aniversario, etc.
“Ha existido una propaganda muy efectiva de parte de las autoridades de la isla (y aceptada por gobiernos simpatizantes en Latinoamérica, incluyendo México por supuesto) sobre las virtudes y supuesta superioridad en conocimiento en técnicas médicas, todo esto lejos de la realidad académica y científica. Mientras prácticamente 100% de la población cubana está vacunada contra todo, esta es de hecho una actividad obligatoria y forzada impuesta por el régimen a los pocos más de 12 millones cubanos.
“Sin embargo (claro que existen muchas razones que explican esto), los sistemas educativos médicos y de enfermería actuales son definitivamente deficiente comparación con el resto de países de la región, definitivamente no comparables con los conocimientos y entrenamiento de especialistas de México, Brasil, e inclusive Venezuela antes de Maduro.
“Durante el proceso médico educativo y entrenamiento, los estudiantes no tienen acceso a agentes farmacológicos y técnicas sofisticadas por las crónicas carencias de fármacos de toda índole y falta de tecnología que han padecido desde el advenimiento del régimen comunista y el severo bloqueo implementado por los EE.UU.
“Mientras esta última situación es censurable, no justifica tampoco la falsa imagen propagada para la medicina cubana.
“Además de las percepciones y observaciones de los médicos mexicanos peleando contra la pandemia, sobre los contratados cubanos, la frustración está justificada y las credenciales y aptitudes de los enviados a apoyar debieran habido sido apropiadamente determinadas.
“No creo las leyes de salud de México permitieran práctica de medicina o contacto con pacientes con personas no capacitadas”.