Redacción
En estos momentos, el problema es buscar la manera de retomar el rumbo rompiendo inercias y oligopolios con base en nuevas tecnologías y una visión de largo plazo, para no volver a las tasas de crecimiento mediocres que había antes de la pandemia, coincidieron especialistas del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), del Bank of America y de la UNAM.
En el foro virtual El impacto económico de la pandemia: Cuándo tocaremos fondo y perspectivas de recuperación, organizado por el Center for U.S.-Mexican Studies de la UC San Diego, Alianza UCMX y Periódicos Asociados en Red (PAR), ponderaron la importancia de contar con políticas sociales con impacto fiscal redistributivo y resucitar la inversión pública.
En su participación, la senadora con licencia Vanessa Rubio destacó el deterioro en materia de pobreza y bienestar, así como las tasas de crecimiento económico promedio que se tenían antes con expectativas para mejorar, que no se cumplieron.
“Hay que regresar el barco al crecimiento económico, si no, olvídense de pobreza, del empleo y condiciones de la sociedad”, advirtió.
Sin embargo, el director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, consideró que hay que ser más honestos y recordar que los primeros años de gobierno de los sexenios anteriores fueron malos, y que el presente no es comparable, porque se enfrenta la crisis del Covid-19.
“Teníamos un crecimiento potencial de 2% y 2.2% al final del sexenio de [Enrique] Peña Nieto. Hoy es sustancialmente más bajo que eso, entonces estamos añorando lo que hace meses decíamos que era un equilibrio macroeconómico súper mediocre; añoramos esa mediocridad. El TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América del Norte] tuvo aspectos muy favorables para México, pero por experiencia sabemos que por sí solo no es un modelo de desarrollo, porque en los 25 años del TLCAN tampoco logró las tasas de crecimiento que aspirábamos”.
Hoy se necesita algo más que eso, dijo: aprovechar las tecnologías y reducir de forma importante el poder de mercado en sectores clave, como alimentos y telecomunicaciones, que pueden generar impactos en el combate a la pobreza mayores a los de los programas sociales.
