Hace muchos años el director Inving Rapper, en una de tantas y fallidas aproximaciones de la cultura gringa al asunto taurino español o mexicano, hizo una película cursilísima en la cual se narra la estrecha relación entre un niño y un toro de lidia al cual –después de una “infancia” juntos—, aquel le salva la vida hasta con la intercesión presidencial de alguien (siempre se le ve de espaldas), se parece a don Adolfo Ruiz Cortines.
El poder presidencial se usa, en ese guión de Dalton Trumbo, para indultar al toro. Y así el niño (se llamaba Leonardo, como Páez, el conocido cronista de “La jornada”) y el toro viven felices para siempre juntos.
En México, como en Estados Unidos, el Ejecutivo tiene (cosas del presidencialismo casi omnímodo), poder de perdón, de indulto; también de concesión de privilegios en varios sentidos, siempre “de acuerdo” con leyes respectivas, las cuales ni siquiera existen.
La Constitución, tan mal hecha como ha sido a lo largo de su centenaria vida, dice a la letra (Art 89):
XIV. Conceder, conforme a las leyes, indultos a los reos sentenciados por delitos de competencia de los tribunales federales; (Reformada mediante Decreto publicado en el Diario Oficial de la federación el 29 de enero de 2016)
XV. Conceder privilegios exclusivos por tiempo limitado, con arreglo a la ley respectiva, a los descubridores, inventores o perfeccionadores de algún ramo de la industria; (Modificada por la reimpresión de la Constitución, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de octubre de 1986).
Estas facultades presidenciales se han usado escasamente y hoy tienen relevancia por los hechos recientes en Estados Unidos donde un patán amenaza con perdonarse a sí mismo y (obviamente a su hijo), para zanjar de una vez por todas la espinosa discusión sobre el “Rusiagate” y sus posibles ramificaciones hasta el peligroso árbol del “impeachment” o impugnación definitiva.
Donald Trump ha amenazado con el uso abusivo de esa facultad en una circunstancia sin paralelo posible en México, o quizá si; es como si el presiden te Enrique Peña dijera sobre el caso Duarte, por ejemplo, haga el Poder Judicial cuanto quiera, después yo lo indulto, lo perdono.
La intentona de Trump provino de una publicación, una más de ellas, del Washington Poste en torno de las relaciones del “Trumpito” con espías y servidores rusos en algo ahora absolutamente claro para todo mundo: la intervención de Putin en el proceso electoral americano gracias a una red empresarial mafiosa (el verdadero motor de la economía rusa), con el auxilio de los órganos y servicios del Estado.
Culturalmente el perdón tiene diferentes significados entre los hombres. Base del cristianismo y presencia en el judaísmo (hasta hay un día dedicado a perdonar) resulta en los campos políticos una especie de reminiscencia del absolutismo: el soberano como poderoso señor capa de otorgar vida o muerte; perdón o condena, amnistía o rencor histórico.
La advertencia de Trump fue hecha en estos groseros términos:
“El presidente estadounidense Donald Trump se quejó el sábado de que un fiscal especial esté investigando posibles vínculos entre su campaña de 2016 y el Kremlin, insistiendo en que él, como mandatario, tiene “plenos poderes para perdonar”.
“Trump, que derrotó a Hillary Clinton en las presidenciales de 2016, preguntó por qué ni el fiscal general Jeff Sessions ni el fiscal especial Robert Mueller investigaban al exjefe del FBI, James Comey, o a la demócrata por el uso de esta última de su correo electrónico cuando era secretaria de Estado.
“¡Mi hijo Donald entregó abiertamente sus correos electrónicos a los medios y a las autoridades mientras que (…) Hillary Clinton borró (…) sus 33.000 emails!”, escribió Trump…
“…La Comisión Judicial del Senado dijo el viernes que pidió al hijo de Trump, Donald Trump Jr., y al ex jefe de campaña del presidente, Paul Manafort que testifiquen el próximo miércoles en una audiencia pública enmarcada en la investigación sobre Rusia.
“El jueves, el Washington Post informó de que Trump había consultado sobre sus facultades para emitir indultos a asesores, familiares y quizás a él mismo, mientras se amplía la pesquisa de Mueller.
“Trump mencionó su poder para conceder perdón en un serie de tuits el sábado. “Todos concordamos en que el presidente de Estados Unidos tiene plenos poderes para perdonar (como Ford, quien perdonó a Nixon), por qué pensar en eso cuando hasta ahora el único crimen que se han cometido son FILTRACIONES contra nosotros. NOTICIAS FALSAS”.