Restos primitivos en Hungría dan pistas sobre costumbres de cultura extinta

Redacción

Una investigación arqueológica sobre restos mortales de hace unos cuatro mil años exhumados de un terreno en lo que hoy es Hungría ha revelado, entre otras cosas, detalles de la vida de una mujer que al parecer disfrutaba de una posición muy alta en la jerarquía de su sociedad y que no provenía de esa región. El enigma de por qué tenía tanto poder quizá no se resuelva nunca.

El equipo internacional de Claudio Cavazzuti, de la Universidad de Bolonia en Italia, ha utilizado técnicas de vanguardia para analizar restos mortales de personas enterradas en un cementerio de la Edad de Bronce, el de Szigetszentmiklós-Ürgehegy, en la región central de Hungría, y averiguar algunos detalles sobre sus respectivas vidas.

La cultura Vatya floreció en la zona entre los años 2200 y 1450 a.C. aproximadamente. Sus costumbres funerarias promovían la cremación del cadáver, y sepultar los restos resultantes de la acción del fuego. La cremación dificulta mucho el análisis de los restos mortales desde una perspectiva bioarqueológica. El uso de técnicas innovadoras de análisis por el equipo de Cavazzuti ha permitido descubrir algunos detalles sobre los ocupantes de las tumbas estudiadas.

Cavazzuti y sus colegas analizaron tejidos humanos de 29 tumbas (tres de ellas conteniendo restos humanos no quemados y 26 con restos que sí fueron sometidos a cremación) y aplicaron técnicas de comparación de isótopos de estroncio para comprobar si los individuos analizados eran lugareños o provenían de otras regiones.

En la mayoría de las tumbas de las que se extrajeron muestras, cada una contenía restos mortales de un solo individuo y ajuares funerarios modestos, de cerámica o bronce; sin embargo, la tumba 241 era de especial interés: esta tumba contenía una urna funeraria con los restos incinerados de una mujer adulta y dos fetos, enterrados junto con ornamentos y otros objetos de gran valor que constituían un ajuar funerario soberbio.

Aunque los tres individuos sepultados sin cremación estaban mal conservados, los autores del estudio pudieron confirmar que fallecieron siendo adultos, aunque no pudieron determinar el sexo.

De los 26 individuos incinerados, se determinó que 7 eran hombres adultos, 11 aparentaban ser mujeres adultas y 2 parecían ser adultos aunque su sexo no se pudo determinar. Los investigadores también identificaron restos de niños: dos individuos de entre 5 y 10 años de edad, y cuatro individuos de entre 2 y 5 años, los más jóvenes, aparte de los fetos gemelos enterrados con la mujer adulta en la tumba 241, que tenían aproximadamente entre 28 y 32 semanas de gestación.

Los autores del estudio creen que la mujer de la tumba 241 pudo fallecer debido a complicaciones en el parto de estos gemelos. El análisis de sus restos indica que tenía entre 25 y 35 años en el momento de su muerte y que esos restos mortales fueron recogidos con especial cuidado después de la cremación, ya que presentaban un peso óseo un 50% superior al del peso promedio de los restos óseos contenidos en las tumbas muestreadas.

El análisis de estroncio indicó que esta misteriosa mujer nació en otro lugar y se trasladó a Szigetszentmiklós cuando contaba entre 8 y 13 años de edad.

Los resultados del estudio se han hecho públicos a través de la revista académica PLoS ONE. La referencia del trabajo es la siguiente: Cavazzuti C, Hajdu T, Lugli F, Sperduti A, Vicze M, Horváth A, et al. (2021) Human mobility in a Bronze Age Vatya urnfield and the life history of a high-status woman. PLoS ONE 16(7): e0254360.

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