ESTADO SEGURO
LOURDES ROMERO
Comienzo mi comentario de esta semana observando los resultados de la incidencia delictiva nacional.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) mostró en las estadísticas correspondiente al mes de julio que Tlaxcala registró 274 presuntos delitos.
Los números fríos muestran que, nuevamente, el estado tuvo la menor incidencia delictiva del país. Superó a entidades como Yucatán, que registró 336 eventos delictivos; y Campeche, que reportó 748.
Estas tres entidades mostraron las cifras más bajas de criminalidad en México, pero el caso de Tlaxcala resulta relevante, porque suma ya 24 meses como el estado con menos delitos.
Este dato, sin duda, resulta significativo, porque, a diferencia de Yucatán, por ejemplo, Tlaxcala colinda con estados con altos niveles de inseguridad.
El Estado de México, por ejemplo, es el estado menos seguro del país, con una incidencia de 30 mil 696 delitos.
Puebla, con 7 mil 179 actos delictivos reportados, tiene niveles similares a los de Veracruz (7 mil 012), Chihuahua (7 mil 533) y Nuevo León (7 mil 808).
E Hidalgo, con 3 mil 798 ilícitos denunciados, observa condiciones delictivas como las observadas en Michoacán (3 mil 754) y Morelos (3 mil 869).
He leído con atención espacios de opinión y notas informativas que cuestionan que Tlaxcala sea considerado el estado más seguro del país. Ante hechos de violencia o inseguridad que ocurren, señalan que Tlaxcala no es una isla, porque ocurren delitos.
Sin embargo, cuando se observa con atención el mapa de la incidencia delictiva nacional, Tlaxcala se muestra con un color casi blanco, frente a entidades que van del anaranjado al rojo. Y en ese contexto, parece eso, justamente, una isla.
En efecto, en Tlaxcala, como en cualquier otro lugar del planeta, suceden delitos. La diferencia estriba en que hay un esfuerzo permanente de las autoridades por mantenerla con la más baja incidencia.
Aunque haya quienes se empeñen en querer ver arder el estado, la realidad es que sus escenarios de seguridad están muy lejos de parecerse a los que experimentan otras entidades que, desafortunadamente, suelen dar para nota nacional por el grado de violencia que experimentan sus habitantes.
Pienso que esta reflexión es válida, porque como ciudadanos, nos toca también defender nuestras circunstancias de seguridad, y cuidar estas condiciones que son elementales para el desarrollo y el crecimiento de todos.