El papa Francisco pidió perdón a los refugiados de Bangladesh por los tormentos y la indiferencia que han sufrido, exigió que se reconozcan sus derechos y pronunció la palabra que estuvo evitando durante días en Myanmar: “rohinya”.
En un encuentro conmovedor, Francisco saludó y bendijo a un grupo de refugiados musulmanes rohinya, les tomó las manos y escuchó sus historias en una muestra pública de solidaridad ante la crisis de refugiados más grave de las últimas décadas en Asia.
Pidió perdón por la “indiferencia del mundo” ante su suerte y pronunció el nombre del grupo étnico en una reunión de jerarcas musulmanes, budistas, hindúes y cristianos. “La presencia de Dios hoy se llama también rohinya”, dijo el pontífice.
Francisco, que ha evitado mencionar de forma explícita la crisis durante su visita a Myanmar por deferencia diplomática con sus anfitriones, no identificó a los rohinya por su nombre, etnia ni religión en su discurso de llegada.
Solo habló de “refugiados del estado de Rakhine”, aunque sus palabras fueron duras, lamentando el “inmenso coste de sufrimiento humano” entre los refugiados y el sacrificio que hace Bangladesh para intentar gestionar lo que se ha convertido en la peor crisis de refugiados de Asia en varias décadas.
Los 12 rohinya -12 hombres, dos mujeres y dos niñas- viajaron a Daca desde Cox’s Bazar, el distrito fronterizo con Myanmar donde más de 620 mil rohinya residen en campamentos de refugiados tras huir de lo que la ONU califica de campaña de limpieza étnica.
Uno a uno los refugiados se aproximaron al papa, quien les tomó las manos y escuchó sus historias relatadas a través de un intérprete.
Bendijo a una niña, colocando su mano sobre su cabeza, y tomó el hombro de un joven.
El pontífice inició su atareado día con la ordenación de 16 sacerdotes durante una misa en un parque de Daca a la que asistieron unas 100 mil personas. Fue un oficio similar al que celebró Juan Pablo II cuando visitó Bangladesh en 1986. Desde entonces, la Iglesia católica ha crecido en el país y ahora tiene casi el doble de sacerdotes y diócesis.
Francisco acogió una plegaria por la paz junto a líderes musulmanes, hindúes, budistas y de otras ramas del cristianismo en el jardín de la residencia del arzobispo. También ha aprovechado con frecuencia actos de esa clase para pedir que no se utilice la religión para justificar la violencia, un mensaje que probablemente toque de cerca en Bangladesh, que ha sufrido varios ataques atribuidos a extremistas islámicos en los últimos años.
A su llegada el jueves a Daca, Francisco exigió a la comunidad internacional que intervenga para resolver la crisis rohinya, en la que más de 620 mil refugiados huyeron a Bangladesh procedentes del estado de Rakhine, en Myanmar, en lo que Naciones Unidas describió como un ejemplo de manual de limpieza étnica.