La empresa “Be Grand”, depredadora urbana, como todas las de su especie, glamorosamente presentada como la oportunidad de llegar a la aristocracia citadina, así sea en los palomares disfrazados de lujo, con “amenidades” como canales de nado y salones de gimnasia o usos diversos; azoteas con macetas llamadas “roof garden” (my eggs, diría el otro) ha sido frenada en su proyecto (ellos le llaman “desarrollo”) de Copilco, pues su altos edificios chocan y dañan el paisaje urbano en torno del Patrimonio Humano Mundial, como se ha catalogado en la ociosa Unesco a la Ciudad Universitaria.
Los promotores inmobiliarios de esta firma, cuya expansión en todos los rumbos de la ciudad, de Tacuba a Coapa, ha sido posible por la complicidad del gobierno de la ciudad de México, mediante la autorización irreflexiva de permisos y cambios de uso del suelo, sin ton ni son, pero si contante y sonante, se anuncia de esta manera:
“En Be Grand®, experimentarás todo lo que siempre has querido vivir, ya que mezclamos a la perfección un mundo de comodidades, lujo y vanguardia. Elementos que dan como resultado desarrollos especialmente creados para ti que buscas tener una vida completa. En Be Grand®, las experiencias se viven día a día (la mamila viene incluida).”
Ellos invitan a conocer el “complete living” en un “show room”, pues de esta manera llaman a sus maquetas tamaño natural, con las cuales enganchan a sus compradores quienes al adquirir derechos de “pre venta” (compran aire), no hacen sino aportar capital inmediato para los constructores, quienes así se financian por quienes después serán condóminos.
Obviamente la noticia de la suspensión indefinida (lo indefinido no va a durar más de seis meses, cuando mucho) del conjunto Copilco, para proteger a la UNAM, en algo tan subjetivo como el paisaje, en una ciudad sin orden ni concierto, no deja de ser una paradoja: la Universidad no puede proteger sus instalaciones de la presencia de narcomenudistas y vándalos en condominio, pero sí intervenir fuera. Paradoja de los tiempos actuales.
Los edificios de la Ciudad Universitaria, la justificación mayor del “alemanismo” y su corrupción, tan incrustadas en la memoria colectiva, merecen la protección cuyo manto no cobija a la comunidad estudiantil, de profesores e investigadores. Se pueden matar a tiros en sus instalaciones, pero no se permite alterar el paisaje vecino.
La fuerza pública no puede entrar a esos predios cuya protección se extiende al horizonte, pero no al patio de los frontones o la placita de “Los bigotes”, aunque en número de miles vigile (dentro de CU) los partidos de futbol.
Miguel Alemán, heredero del ex presidente, aquel cuya audacia infinita ordenó la construcción de la Ciudad Universitaria (y después de Ciudad Satélite), ha dicho:
“El mejor ingrediente del proceso educativo es la tranquilad del espíritu. Los conocimientos no se logran a punta de pistola ni con el consumo de sustancias tóxicas, adictivas e ilegales. Los acontecimientos violentos registrados en el campus de Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México, son un síntoma de uno de los más delicados fenómenos que están diluyendo los valores de la sociedad, en su eslabón más sensible que es la juventud…” Pues sí. ¿Y?
Por lo pronto la Universidad ha ganado tres batallas en una guerra perdida.
Los pobres narcomenudistas pobretones y de corta vida, (quienes les distribuyen a los “macronarcos”, mil millonarios y ocultos), se han replegado por unos días pero pronto volverán a su comercio. Los vigilantes de la Universidad seguirán con su mejor especialidad, la captura de parejitas eróticas y desbalagada, a las cuales extorsionar y las cosas volverán a ser como siempre han sido.
Ya lo dijo el señor Rector, Enrique Graue:
“Existe narcomenudeo en todas las escuelas del sistema universitario” (Proceso)… No es privativo de la universidad porque la venta de drogas está en todas las instituciones de educación superior, porque en todas hay demanda, lo cual equivale decir, en todas nuestras escuelas hay drogadictos inscritos”. “Pas mal”, diría el francés.
Por otra parte B Grand se saldrá con la suya. Quizá rasuren unos cuantos pisos, pero construirán su edificios de perjudicial impacto para Copilco, excepto si ya sabes quien llega a Los Pinos y decide proteger el entorno de sus departamentos.
Y la cuestión jurídica de la obra exterior (exterior), la verdad cuelga de un hilo: (Crónica):
“Aunque la suspensión de la obra es por tiempo indefinido, podría ser impugnada por la constructora en los próximos diez días; esta empresa indicó que emprenderán las acciones legales correspondientes y que algunos trabajos deberán continuar (en esta ciudad nadie respeta los amparos).
“Al respecto, Mancera reconoció que sólo en caso de haber un litigio por parte de Be Grand, el panorama cambiará y se dará seguimiento a la obra”.
Como decía la canción aquella: la vida sigue igual…