La OTAN anunció este martes la expulsión de siete miembros de la misión rusa en respuesta al envenenamiento de un exespía ruso en Gran Bretaña, que según la inteligencia británica fue causado por una neurotoxina.
El jefe de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Jens Stoltenberg, precisó que la alianza militar también denegará la solicitud de acreditación que estaba pendiente de otros tres trabajadores de la misión rusa.
Stoltenberg precisó que, a pesar de las expulsiones, Rusia seguirá teniendo una misión diplomática de 20 personas en el cuartel general de la alianza en Bruselas, lo que permitirá a Moscú mantener contactos esenciales con la OTAN a pesar de que no es miembro de la alianza.
“Seguiremos trabajando por un diálogo significativo” con el Kremlin, pero la medida anunciada “envía un mensaje muy claro a Rusia de que hay costos”, añadió el jefe de la OTAN.
Por su parte, Australia e Irlanda se unieron el martes a más de 20 naciones que ya ordenaron la expulsión de diplomáticos rusos en respuesta al ataque al exespía ruso a inicios de marzo.
El primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, dijo que su país expulsará a dos diplomáticos rusos, a quienes calificó de oficiales de inteligencia no declarados. Les dio siete días para salir de Australia.
Turnbull criticó a Rusia por su conducta “imprudente y deliberada”, alegando que daña la seguridad global y viola las reglas contra el uso de armas químicas.
La embajada de Rusia en Canberra dijo que la decisión australiana es lamentable y que pone en peligro las relaciones bilaterales.
Irlanda anunció la expulsión de un diplomático ruso. El ministro de Exteriores, Simon Coveney, calificó el ataque tóxico contra Sergei Skripal y su hija Yulia como un uso “espantoso y aborrecible” de las armas químicas.
Las expulsiones fueron decididas en solidaridad con el gobierno de Gran Bretaña, que culpa a Rusia por el envenenamiento de Skripal y su hija. Moscú niega cualquier responsabilidad sobre el caso y ha prometido una “respuesta dura” a las expulsiones.
Skripal y su hija siguen internados en estado crítico en un hospital de la ciudad inglesa de Salisbury tras haber estado expuestos el 4 de marzo a lo que, según las autoridades británicas, fue una sustancia tóxica de grado militar de fabricación soviética.
El lunes, más de 20 países anunciaron la expulsión de un total de más de 130 diplomáticos rusos, entre ellos 60 que estaban en Estados Unidos.
El viceministro de Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, dijo el martes a la agencia de noticias RIA Novosti que Moscú está preparando una “dura respuesta” a esa ola de expulsiones. La decisión de Estados Unidos “se encontrará con una respuesta contundente”, dijo sin dar más detalles.