Si bien cada una ha tenido su entorno y sus modos, sus justificaciones y hasta su banalización, las renuncias de personajes importantes en el equipo de gobierno –especialmente en sus funcionarios alfabetizados frente a los incondicionales con cerviz de goma–, tienen algo en común: el choque entre la oratoria y la realidad.
Si uno analiza la médula del acuerdo impuesto por los Estados Unidos a México en el materia de sus fronteras y el trato a los migrantes, y lo compara con el texto reproducido abajo, entiende por qué Tonatiuh Guillén no podía permanecer un día más en el Instituto Nacional de Migración, convertido en una extensión administrativa de la Guardia Nacional, y por qué se soltó en una conferencia matutina el fantasma de la corrupción del INE como paso previo a la solicitud o exigencia de renuncia, de un reputado académico cuyo único error fue ingresar a las filas del servicio público, quizá deslumbrado por la retórica hoy incumplida.
Así piensa Guillén:
“…La migración no es un evento circunstancial y perecedero, como demuestra la experiencia humana en todas las latitudes. Por el contrario, forma parte de la esencia humana, a pesar de que en alguna parte de la conciencia social o en las políticas de los Estados se le pretenda acotar o reducir a mínimas expresiones. La historia universal demuestra claramente que los procesos migratorios se sobreponen a los obstáculos, no obstante los costos…
“…Igual de sustancial es la cultura, como forma expresiva del pensamiento humano, espacio en donde radican las identidades, las cosmovisiones del mundo y de la vida cotidiana, con todas sus formas y tiempos. Lugar donde los contenidos de vida y las prácticas sociales tejen relaciones específicas y evolucionan en pueblos y sociedades particulares, siempre complejas. La cultura, como contenidos de pensamiento que perlan la individualidad de las sociedades y de sus fases históricas, es irrenunciable, estructural a la humanidad…
“…No existen sociedades sin cultura, como tampoco sociedades sin migración. Cultura y migración son procesos sociales profundamente humanos, radicados en su esencia misma, de relación necesaria y continua”.
No hay posibilidad de comprender el fenómeno desde este mirador antropológico y convertirse en pieza de una maquinaria cuya finalidad es (más allá de la retórica Marceliana del control de identidades y el orden de las migraciones), impedir el paso de los migrantes hacia el norte.
México ha aceptado condiciones cuya contundencia no necesita calificación: nuestra política migratoria no es propia; es impuesta por Estados Unidos. Y reconocerlo sería mucho más honesto. Seguir con la cantaleta de la dignidad y la frente en alto, como hizo el señor canciller el pasado viernes en su comparecencia mareadora en el Senado, ni cambia las cosas ni altera la verdad.
Por eso Guillén no está más en la administración. Volverá a su labor de arado marino en los planos académicos de la Frontera Norte, hurgando papeles, haciendo investigaciones cuyo resultado será, como suele ser con la academia, el relleno de los anaqueles en opulentas bibliotecas.
La política imperial, en nuestro caso, siempre derrumbará cualquier otra lógica, como las imposiciones estadunidenses han trastocado ahora el de por si frágil equilibrio del gabinete presidencial, ante las advertencias en varios sentidos del veterano Porfirio Muñoz Ledo, quien a pesar de los halagos y las buenas maneras (excepto de la siempre rijosa senadora Dolores Padierna), ha puesto en claro cómo se saltan las leyes interiores de la administración pública con la entronización de un Primer Ministro, encarnado por Marcelo Ebrard, quien es prematuramente el adelantado en la carrera de la IV Transformación hacia el futuro.
Pero antes de revisar las palabras de Muñoz Ledo, sólo tratemos de establecer la imposible comparación entre Guillén y el nuevo comisionado de asuntos migratorios, el señor Francisco Garduño; quien apenas logra perfil para supervisar penales y cárceles, o negociar con los piratas del volante desde el Instituto del Taxi.
Sólo para darnos una idea de la ineficiencia crónica de tan distinguido funcionario, revisemos el documento publicado el la Gaceta del entonces GDF, con este diagnóstico sobre el transporte y la ciudad, cuyo texto aun tiene la vigencia de cuando fue escrito, en el año 2001:
“…Actualmente en la Ciudad existe una desarticulación entre la red vial y los sistemas de transporte. Para tener un optimo flujo vehicular es importante considerar, en la planificación de proyectos, ambos sistemas como parte de un mismo problema, uno requiere del otro para poder funcionar y dar un mejor servicio al usuario.
“En este sentido un ejemplo seria el caso de la renovación del parque vehicular de la RTP, que no alcanzaría el objetivo propuesto, de otorgar un mejor servicio, si no se mantiene en buenas condiciones la red vial, ya que esto provocaría un constante deterioro en las unidades nuevas…”
Uno puede reír después de estos rollos. Si así van a ser sus resultados en la nueva materia de su responsabilidad, ya podemos imaginar…
Cuando se creó la Comisión Especial para Migración Hacia México (11 de este mes), Francisco Garduño iba a tener bajo su mando “la coordinación de las diferentes áreas de migración, tanto municipales como estatales…
«…El objetivo del plan es registrar a las personas (migrantes), dialogar con ellas y determinar las diferentes opciones que se tienen con alguien que está en esa situación», según dice la información de «El Financiero».
Hoy con la renuncia de TG, Garduño sale de la Comisión (ha sido la más corta encomienda de su vida), y se va al enorme y corrupto (AMLO dixit) Instituto Nacional de Migración.
Pero todos estos enredos y desajustes tienen una consecuencia notable entre el resto del conjunto. Regresemos con Muñoz Ledo quien lo observa así:
“…No es conveniente señor secretario que asuma todas las acciones. Perdemos margen de maniobra y es un abuso, en su caso no pero se anulan las funciones, me lo van a reventar…”
Pero si Marcelo revienta o no, es asunto del futuro. Lo notable ahora es cómo este asunto fronterizo del sur, fue materia de descuido durante tantos años y ahora se debe atender sólo porque así le conviene al gobierno de Donald Trump.
Cuando se hicieron los debates de los precandidatos a la presidencia Manuel Mondragón ex comisionado nacional de Seguridad entregó un diagnóstico sobre la frontera austral, cuyo contenido, aun oportuno, fue desestimado.
“…Problemas que se observan día a día y que aumentan con el tiempo:
“…Paso de personas hacia México sin control alguno. El paso se da tanto por los puntos oficiales como por los no oficiales en todo el trayecto fronterizo. En las obligadas áreas de concentración se observan situaciones tan graves como falta de alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica; es decir, ausencia de los satisfactores elementales.
“…Los problemas continúan ante la presencia de la delincuencia…”
En ese documento se propuso una participación de la Secretaría de Relaciones Exteriores, pero para vincular los esfuerzos nacionales con los gobierno del El Salvador, Guatemala y Honduras, estrategia hasta ahora no anunciada por México, quien solo propone la ilusoria inversión de cientos de miles de millones de dólares en proyectos sin definición ni destino y en el mejor de los casos, rendimientos sociales a futuro.
Pero no debemos preocuparnos.
Las soluciones reales están reforzadas por el auxilio mágico del gobierno de México cuyo líder, como Jesús, el multiplicador de peces y panes, ha descubierto la solución final para convivir con los emigrados de Cenrtoamérica:
“…Donde come uno, comen un millón…”