Días grises y noches amarillas: así es el Amazonas ‘bajo fuego’

Redacción.

Huele a barbacoa, a carbón de leña en llamas en el Amazonas. Durante el día el sol, generalmente tan feroz, está oscurecido por el espeso humo gris, y en la noche el cielo nocturno brilla de amarillo oscuro, porque la selva está ardiendo.

Durante los últimos siete días, Reuters se ha desplazado varias veces por un tramo de 30 kilómetros desde Humaita hacia Labrea, a lo largo de la carretera Transamazónica, observando cómo el fuego se abre paso a través de la selva, en un viaje al sur de Amazonas y al norte de los estados de Rondonia.

El miércoles pasado, el incendio estaba a pocos metros de la carretera. Para al final de la semana, el fuego había retrocedido pero proyectaba un resplandor anaranjado de varios pisos de altura.

El incendio es solo uno de los miles que actualmente arrasan la Amazonía, la selva tropical más grande del mundo y un baluarte contra el cambio climático.

Los incendios forestales han aumentado 83 por ciento en lo que va del año en comparación con el mismo período en 2018, según el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) del Brasil. La agencia ha registrado 72 mil 843 incendios, el número más alto desde que comenzaron los registros en 2013.

El miércoles, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, enfureció a los ambientalistas al hacer afirmaciones infundadas de que organizaciones no gubernamentales estaban iniciando los incendios después de que él recortara su financiación.

La indignación global se ha desgarrado a través de las redes sociales, con #PrayforAmazonas como el hashtag más importante del mundo en Twitter el miércoles.

“Todo lo que puedes ver es humo”, afirmó Thiago Parintintin, agente ambiental que vive en una reserva indígena justo al lado de la carretera. Culpa al creciente desarrollo de la Amazonía por traer agricultura y deforestación, lo que resulta en un aumento de las temperaturas durante la estación seca.

Desde el cielo, los focos iban desde pequeños bolsones hasta fuegos más grandes que un campo de fútbol, con un humo que hacía imposible ver detrás de la línea de fuego para discernir la extensión total del incendio. A veces, el humo era tan espeso que el bosque mismo parecía haber desaparecido.

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