MENOS ESTRÉS Y MÁS COMODIDAD: LO QUE OFRECEN LOS NUEVOS AEROPUERTOS

No importa lo bien considerado que esté un aeropuerto en particular, la lucha desde la llegada a la terminal hasta el embarque en el avión es prácticamente la misma donde quiera que usted vaya. Impera un paradigma de decenas de años de colas, revisiones de seguridad, vendedores de tentempiés y esperas en las puertas de embarque –la única diferencia es el nivel de estrés.

Transitar una terminal moderna como la de Múnich o Seúl es más fácil de soportar que abrirse camino a través de las zonas de construcción perpetuas que pasan por los aeropuertos de Nueva York.

Sin embargo, el portal al cielo de los años 2040 probablemente estará libre de tales ‘deleites’. Muchos de nosotros seremos conducidos a la terminal por coches autónomos; nos escanearán ojos, caras y dedos y nuestro equipaje tendrá identificaciones permanentes que le permitirán ser trasladado desde nuestros hogares antes incluso de que nosotros salgamos.

Algunos de estos aeropuertos ya no estarán relegados a las afueras de la ciudad –se fusionarán con los centros de la ciudad, convirtiéndose en nuevas ‘ciudades’ de destino dentro de una ciudad para las personas sin planes de viaje. ¿Vamos a cenar, ver una película, ver un concierto, comprar? La gente decidirá ir al aeropuerto. Hasta es posible que su empleador se traslade ahí.

Estos son los tipos de inversiones en infraestructura y tecnologías que, en teoría, permitirán a los aeropuertos erradicar en gran medida la temida espera. Los viajeros se moverán más rápido alrededor de la terminal y verán menos paredes y barreras físicas gracias a la abundancia de sofisticados sensores, predice la firma de diseño y arquitectura de Dallas Corgan.

La compañía reunió recientemente sus conceptos sobre cómo evolucionarán los aeropuertos, en base a una extensa investigación de las experiencias de los pasajeros en varios de estos sitios y del mayor papel que puede desempeñar la tecnología.

Un día, el aeropuerto sabrá “todo acerca de cada persona que se mueve en él”, dijo Seth Young, director del Centro de Estudios de Aviación de la Universidad Estatal de Ohio. El objetivo será desplegar “una infraestructura de seguridad que esté constantemente revisando a la gente de puerta a puerta, y no tener esta mentalidad de cabina de peaje”, afirmó.

“Sabemos que el 99.9 por ciento de los pasajeros están limpios, así que ¿por qué estamos perdiendo tiempo de detección en todos ellos?”.

Probablemente esta tecnología se verá primero fuera de Estados Unidos, dada la avanzada antigüedad de la mayoría de los aeropuertos estadounidenses y la financiación de infraestructura más sólida disponible en Asia, Oriente Medio y Europa. En los premios Skytrax de 2017, sólo 14 aeropuertos en Estados Unidos llegaron a ubicarse entre los 100 primeros.

Para tener una visión de cómo cambiarán los aeropuertos en los próximos 20 años, podemos mirar a Singapur. El aeropuerto de Changi, pionero de la industria, abrió recientemente un “laboratorio vivo” para buscar más innovación. En marzo, Skytrax lo nombró el mejor aeropuerto del mundo por quinto año consecutivo.

Una de las razones por las que los aeropuertos tienden a parecer y funcionar notablemente es que están diseñados para dar cabida a la infraestructura de los viajes aéreos –seguridad, billetes de viaje, equipaje, transporte terrestre– con las principales preocupaciones de seguridad y gastos mínimos para sus líneas aéreas arrendatarias.

“Hoy es lo que llaman un ‘espacio transitorio’, no es un espacio para entrar, es un espacio para que usted pueda moverse”, dijo Jonathan Massey, el líder de aviación de Corgan, quien ha supervisado el diseño de los principales terminales de todo el mundo, incluyendo Atlanta, Dallas, Shanghái, Dalian, China y Los Ángeles. “Necesitamos convertir las terminales en pequeñas ciudades”.

Como parte de la investigación, los diseñadores de Corgan midieron los niveles de ansiedad de diferentes tipos de pasajeros.

El principal obstáculo entre todos los grupos era el puesto de control de seguridad, que limitaba el espacio de los agentes de los zapatos, la revisión de computadoras portátiles y los frustrados agentes del gobierno que daban órdenes.

“Una gran parte del estrés en un aeropuerto es espacial”, dijo Samantha Flowers, socia de Corgan.

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