El hombre bajo el puente

  • Entre la indiferencia y la omisión de las autoridades sobrevive Adrián

Sergio Espinoza

Como si se tratara de una película burda y de bajo presupuesto, el protagonista de esta historia, sobrevive al pie de un puente ubicado en la carretera México-Zacatepec en el entronque con el municipio de San José Teacalco en Tlaxcala.

Quien debido al posible desinterés y hasta omisión de las autoridades correspondientes, permanece -desde hace unos meses- semidesnudo en un improvisado campamento, consistente en cobijas, bolsas de plástico, prendas de vestir y calzado.

Se trata de Adrián -N-, quien se presume no rebasa los 45 años de edad, mismo que se alimenta de lo que “buenos samaritanos” le regalan y hacen llegar hasta el lugar. El que al ser entrevistado, afirma de manera errática y entre balbuceos incoherentes, ser proveniente del estado de Coahuila

Pero eso sí, tiene bien claro de lo que son sus necesidades más apremiantes y sus gustos, como son las sopas instantáneas y el refresco de cola, las que pide por algunas marcas en específico.

Las que al tener en su posesión mezcla con sus manos faltas de higiene de un envase a otro, y sin ningún inconveniente o recato engulle con un rapidez sorprendente.

Esto al tiempo de comentar amablemente, que su vida bajo el puente es difícil, más por la falta de servicios y al inclemente clima, que a últimas fechas se ha dejado sentir en tierras tlaxcaltecas:

“….es peligroso y hace frio, no hay luz en la noche y da miedo”, menciona de forma atropellada, con mirada profunda de sus ojos verde grisáceo, enmarcados por su cabello y barba descuidados y entre canos.

El hombre que se sabe era trabajador de una mina cercana, decidió a pesar de tener familia, por extrañas causas quedarse bajo la estructura de hormigón y asfalto, que a la fecha representan una isla de tranquilidad.

La que lo protege de los malos tratos de los policías municipales de Tocatlán y Teacalco, quienes según versiones “lo corren” y lo mantienen en ese punto que divide ambas comuna, por el paso de la infraestructura federal que conecta el puerto de Veracruz con la capital del país.

El personaje que es centro de nuevas historia, es un hombre que a pesar de su condición de indigencia, caracterizada por su desnudez cubierta por una chamarra de gorro en color negro y una cobija al hombro, goza de una aparente “buena salud”.

Quién al ser cuestionado por este medio, con una sonrisa franca afirmó necesitar ayuda “para la guerra del Gobierno (sic)” y atención médica, no siendo específico de que tipo y especialidad.

Luego sentado sobre el asfalto y cruzando sus piernas que culminarán en unos pies parcialmente cubiertos por unas sandalias rotas, los que están ennegrecidos por la mugre y el sol.

Dijo estar dispuesto a recibir una próxima visita, en la que se le deberá llevar comida, ropa para la labor y unos zapatos “con casquillo de oro”, porque los que le regalaron no le quedan y le lastiman.

Con esa lista en la mente, quien escribe estas líneas dejó a Adrián en medio de sus pensamientos poco claros, a la sombra del puente que desde hace 12 semanas es su casa y su pequeño mundo, quien continúa a la espera de que el DIF Municipal o el Estatal; atiendan su precaria situación.

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