Ondas gravitacionales: hacer visible lo invisible en el Universo

Los galardonados con el Nobel de Física 2017 lograron una proeza científica al captar las ondas gravitacionales predichas por Albert Einstein hace más de un siglo. Hacer visible lo invisible les valió a Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne el prestigioso premio al desarrollar el Observatorio de Detección de Ondas Gravitatorias (LIGO, por sus siglas en inglés).

El descubrimiento nos abre una nueva ventana al Universo. Hasta ahora veíamos al cosmos a través de la luz, o a veces a través de los neutrinos, pero ahora observaremos otra faceta, expuso Shahen Hacyan, especialista del Instituto de Física de la UNAM.

Por medio de su Teoría de la Relatividad General, Albert Einstein predijo la existencia de ondas gravitacionales. Él se dio cuenta de que así como existen ondas electromagnéticas (luz, ondas de radio o rayos X) que transportan energía y nos permiten comunicarnos a través del mundo, debía existir algo similar, pero relacionado con la gravedad.

La gran diferencia es que estas ondas son extremadamente débiles, tanto que para para generarlas se necesita el movimiento de estrellas u hoyos negros, pues es imposible producirlas en laboratorio.

CÓMO FUNCIONA EL LIGO
Aunque el mismo Einstein no consideraba posible su detección, varios físicos se plantearon el reto de encontrarlas y la propuesta de los hoy ganadores del Nobel fue la construcción de interferómetros o equipos que lanzan luz en dos direcciones distintas.

La idea consiste en colocar espejos muy grandes, alejados entre sí por varios kilómetros, que al detectar una onda gravitacional vibran ligeramente, concepto que probó ser correcto en septiembre de 2015, cuando fue captada la primera.

Por su parte Alan Watson, especialista del proyecto Deca-Degree Optical Transient Imager (DDOTI) del Instituto de Astronomía, añadió que hasta el momento las fusiones de agujeros negros de 7 a 40 masas solares habían permanecido invisibles a los astrónomos.

Pero LIGO pudo detectar este proceso no sólo en una ocasión, sino en cuatro, todas ellas con las fusiones de agujeros negros de entre 7 y 40 masas solares, algo impensado por los investigadores hasta hace poco. De hecho, en la última detección, difundida el pasado 28 de septiembre, la contraparte de LIGO en Europa, el proyecto VIRGO, también registró la onda gravitacional.

“Para los astrónomos esto es trascendente, porque la mayoría de los trabajos se basan en la luz y siempre estamos buscando otras maneras de medir el Universo, y ésta es una nueva avenida que nos permite observar fenómenos que son muy difíciles de ver”, precisó Watson.

Actualmente, la UNAM, a través del proyecto DDOTI, aprovecha los datos generados por LIGO para buscar la contraparte óptica de las ondas gravitacionales y se espera que pronto sean detectados otros fenómenos como la fusión de estrellas de neutrones o de un agujero negro y una estrella de neutrones.

“Éste es uno de los avances más importantes en la astronomía en los últimos 50 años. Es como presenciar el descubrimiento del primer telescopio, pero esta vez usando las ondas gravitacionales”, finalizó Watson.

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